lunes, 11 de mayo de 2015

EL MAESTRO

    “Si posees claridad, si eres una luz interna para ti mismo, nunca seguirás a nadie.”                                                                                                     Jiddu Krishnamurti    

   Si, tras haber probado múltiples maneras de encontrar la solución a tu insidiosa sensación de fragilidad buscado siempre la guía fuera de ti mismo, continuas sintiéndote perdido, confuso, triste, temeroso, inclusive eufórico, o, rebosante de conceptos religiosos, mundanos y científicos que tomas por apoyos en tu incertidumbre vital, te experimentas erudito pero sin la clara vivencia de lo esencial; si te notas a ratos melancólico, evasivo, ignorante, rabioso, avergonzado, unas veces contento y otras desanimado, o, simplemente, te das cuenta que no eres verdaderamente feliz por mucho que lo intentas, lo intentas, lo intentas y lo reintentas... Y, un buen día -hoy, por ejemplo-, manteniéndote atento y fiel a ti mismo no buscas agradar o justificar, por temor a defraudar al creerlos por encima, a los, hasta ese momento, idealizados mentores, terapeutas, escritos sagrados o maestros espirituales, y, por contra, tampoco intentas, por rebelde despecho al suponerlos inferiores, luchar contra los antedichos, alégrate amig@ pues tu corazón está maduro para encontrar el origen de su desdicha junto a la solución definitiva a ésta; porque has decidido mirar, tan sólo, en lo profundo de tu naturaleza, de tu más íntimo latir. Busca con denuedo ahí -en el centro de tu ser, en lo más profundo de tu corazón- hasta que sólo haya luz, claridad, bendita conciencia. 


   Mas has de saber que dejar de buscar afuera, mientras lo separado te parezca real, es muy intenso, porque abandonar toda excusa externa nos devuelve toda la responsabilidad en nuestra vida y nos impele a desdeñar, sin paliativos, cualquier justificación que quisiéramos usar por nimia que parezca. Acepta lo intenso. Permite que el corazón se te parta en mil pedazos, tú continua en el Amor. Sin reproches, atraviesa todo lo que la vida parezca quitarte... realmente no lo necesitabas. Sin queja, contempla tu propia volatilidad e impermanencia... lo que pasa, en verdad, no tiene valor. Vive lo intenso con presencia y consciencia... Quédate muy quedo y atiende sólo a tu interior. Escúchalo... escúchalo... Y, de repente... la luz, la claridad, lo obvio: El Maestro, el Gurú, el Sabio, siempre se habían encontrado en el fondo de tu ser.

   Cuando en el maestro reconoces al Maestro y Su indiviso Mensaje. Cuando comprendes que Maestro y Mensaje son un mismo e indivisible Ser, intemporal y eterno; al fin, sabes que Él también Es en ti, que fuera es distraerse y que lo nucleico e íntimo es encontrar toda dicha. Porque, en última instancia, nunca pudo haber fuera.


  Ahora disciernes entre el mensaje mundano disfrazado de espiritual y el Mensaje. 

  ¡Aleluya! ¡Aleluya! Es ya hora de reconocer que no eres diferente del maestro. De hecho ambos compartís -todos compartimos- un mismo Maestro, un mismo Gurú... un mismo Maestro de maestros que mora en nuestra entraña, que es no dos. Que vive en lo íntimo, en el corazón rendido, en el silencio de la mente, en esa esplendente claridad del ahora, libre del deseo y de la necesidad de cambio, y que, con certera dulzura, nos conduce a la experiencia viva que acaba con toda experiencia relativa, para que sólo quede la vida, la vida plena. 

   Ahora hay claridad interna. Ya no vas detrás de nada ni de nadie sino que caminas libre, invitando a que todos -en esa igualdad del espíritu- hagan lo mismo: que busquen en su interior para ser encontrados por el Maestro interno que vive en ellos.

KHAAM-EL

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