domingo, 2 de agosto de 2015

DAVID R. HAWKINS +

   "El gran valor de saber cómo entregar es que todos y cada uno de los sentimientos se pueden dejar en cualquier momento y en cualquier lugar en un instante, y puede hacerse continuamente y sin esfuerzo.” 

                                                                                                                         David R. Hawkins



   David R. Hawkins es una mente preclara de fines del siglo XX y principios del siglo XXI. Fue doctor en medicina y filosofía en los Estados Unidos, y expresó, desde la experiencia viva del espíritu, la grandeza e inmortalidad del ser que somos realmente. Entre otras muchas actividades escribió varios libros, entre los que destacan: El Poder frente a la FuerzaEl Ojo del Yo y Dejar Ir. 
  
    A continuación transcribo un pequeño extracto de su libro El Ojo del Yo muy clarificador: 

   "Conviene reconocer que lo que está más allá de la forma es inalcanzable a través de la forma o manipulando la forma. Por tanto, es engañoso implicarse en prácticas esotéricas u ocultas.
(...)
   Dios se autorrevela más allá de toda forma, estando no obstante presente e innato dentro de toda forma. Dios es silencioso, tranquilo, sereno, pacífico, impasible, lo abarca todo, presente en todas partes, y lo sabe todo por el hecho de ser 'Todo lo que es'. Dios es total, completo, quiescente y amoroso, es no dualista y presente por igual en 'Todo lo que es', no diferente del Yo. Sólo la existencia es posible. A pesar de los errores de traducción y de las malinterpretaciones, Dios no es la nada ni el vacío. La no existencia, como se puede ver por su propia autodefinición, no es una posibilidad.
   La Presencia está más allá de todo pensamiento, actividad mental o, incluso, observación. La conciencia es la conciencia del Yo, que surge del hecho de saber que es 'Todo lo que es'; por tanto, no hay nada que saber 'acerca de' nada. No hay conocedor ni conocido; son una y la misma cosa. En el estado de Unidad, lo objetivo y lo subjetivo desaparecen el uno en el otro.
   La Presencia es increíblemente suave, tierna, amorosa y blanda; y, paradójica y simultáneamente dura como una roca, inmutable, todopoderosa, con una cohesión infinita que mantiene unida a 'toda la realidad' como un universo en perpetua creación. En presencia de Dios, desaparecen las ilusiones de la causa y el efecto. La Presencia no es la causa de que ocurra nada; más bien, es todo lo que parece estar ocurriendo.
   En la Presencia, desaparece todo sentido del tiempo, que es un aspecto crucial de la paz. En el momento que cesa la presión del tiempo; se reconoce que quizá haya sido una de las principales fuentes de angustia que acompañan a la condición humana. El sentido del tiempo genera estrés, presión, ansiedad, miedo y disgusto en millones de formas. El 'estrés del tiempo' acompaña a toda actividad y búsqueda generando la ilusión de secuencia y de causa. Cada acción humana se formula en una olla a presión de tiempo, y la mente no cesa en sus cálculos de cuánto 'tiempo' se puede 'ocupar' en cada actividad. Esto trae como consecuencia el pánico, el miedo o la preocupación, así como la culpabilidad, vergüenza e ira. 'Esto ocupa demasiado tiempo. Aquello no ocupa demasiado tiempo. Nos gustaría hacer muchas cosas, pero no tenemos tiempo. El tiempo pasa.' Hasta que no se detiene la sensación del tiempo, no tenemos posibilidad alguna de saber lo que es la verdadera libertad o de sentir la verdadera paz."

* * * * * 

   Verdaderamente sí aplicaras en tu vida lo que en este breve extracto se ha apuntado, desentendiéndote de querer alcanzar lo esencial desde lo formal o conceptual y, sencillamente, quedándote 'entregadamente' presente en el ahora, sin duda, la Presencia de Dios en ti y en todo se revelaría sin ningún esfuerzo por tu parte, tal como el agua fluye corriente abajo o se deslizan las nubes por el cielo. El ahora es constante e ilimitado, no quieras 'ocuparlo' con temporarias elucubraciones o experimentarás, con disgusto, la idea de verlo fraccionado en bueno, malo o regular... entrando en una lucha ansiosa por acomodarlo a tu manera particular de percibirte que acaba por traerte, fatalmente, múltiples sentimientos encontrados. No juzgues más y suelta todos los sentimientos y emociones. No les des significado. Ábrete a lo insospechado.

   No hagas nada salvo ser feliz. Despreocúpate totalmente. Todo está ya resuelto en este mismo instante. Confía... entrégate a la voluntad divina y sigue el flujo... la paz de Dios te acompañará continuamente disolviendo toda dualística percepción para, con amorosa claridad, mostrarte la bienaventurada evidencia de la eterna plenitud de Ser.

KHAAM-EL



Entrégate tranquilamente a la paz.





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