jueves, 27 de agosto de 2015

¡DESPIERTA! ¡ABRE LOS OJOS DEL ESPÍRITU Y SÉ LIBRE!

   Es inexplicable que lo incongruente pretenda pasar por consistente y veraz. No tiene sentido buscarle sentido al sinsentido. Razonamientos parciales conllevan quebradizos entendimientos de voluble coherencia; fabricantes, éstos, de usanzas y costumbres que van y vienen como las mareas en el mar. El ansia y la pretensión recurren a escoger y variar entre lo pasajero para acabar encontrándose finalmente en el punto de partida. Sólo es recurrente lo cíclico y, por su propia condición, nunca traerá nada nuevo y liberador sino que repetirá, una y otra vez, las mismas paradojas. ¡Despierta! Lo que retorna no puede ser una salida y lo que no tiene salida pero aparenta tenerla no es más que una  laberíntica prisión. El polvo vuelve al polvo, las cenizas a las cenizas. No te aferres a lo pasajero. Una moda es una fachada disimulando un edificio en ruinas. Construir ruinas, por hermosas que superficialmente parezcan, jamás será muestra de verdadera hermosura. Los deseos -que siempre esconden carencias en sus promesas de bienestar- no pueden dar jamás verdadera dicha pues obtener carencias aumenta, sin remedio, la sensación de carencia. No intentes entender un delirio o una obsesión, porque en sus contrapuestas justificaciones radica su demencia y, la locura, nunca puede ser ciertamente razonable. La naturaleza te enseña simplicidad si la sabes mirar; para, así, trascenderla y reemprender, con gozo inenarrable, el vuelo ilimitado del espíritu... sólo te llevas contigo el Amor compartido en libertad.

   Permite que la fragancia del espíritu devuelva todo a la luz. Confía en la mirada despierta de lo sutil, de lo sustancial y eterno. No te resistas al esplendor del Amor. Abandónate y déjate guiar por Su brillante perfume de llenura bendita. Deja que salga al claror toda esa barahúnda de pensamientos contradictorios que tomabas por tuyos. Contémplalos sin disimulo ni dilación, no los discrimines por tu cuenta; contémplalos con inocencia y distancia, con compasiva quietud mental, no esquives ninguno. Comprende que no se trata de excusarlos o atacarlos... simplemente no te creas aquellos que valoras, mas tampoco des crédito ni te avergüences de otros que menosprecias u odias. Inclúyelos todos en tu serena contemplación. Sin juzgarlos, date cuenta de su pretenciosa insignificancia, de su mal disimulada pretensión divisora que intenta ensalzar la importancia personal, incluso revistiéndose de una humildad vana y teatral. Ríete de semejante tragicomedia de egoica factura y experimenta la bienaventuranza de desprenderte de lo que nunca existió aunque parecía muy real (el ego). Ríete de la tentación de las lágrimas y de la atracción del sufrimiento como justificantes de un yo, pequeño y separado de la plenitud, con ínfulas de grandiosidad. Ríete del tiempo y de la muerte, ¡oh! tú Hijo de la eternidad. Ríete de tus ilusorios futuros encastillados en las nubes y dejarás de sentirte atrapado en un presente aplastado por un pasado de imaginario y doloroso juicio. Quédate en paz y sé feliz, ahora... ¡Despierta! ¡Abre los ojos del espíritu y sé libre! ¡Recuerda el Amor! No hay vicisitud que, Él, no solvente para devolverte al corazón de Dios.

KHAAM-EL



Sal de la laberíntica prisión de lo egoico
que sólo ofrece inexistentes salidas a la vuelta de sus vanos juicios.
Tú no eres tus pensamientos...
Eres espíritu... ¡Libre! 

Álzate por encima de todo lo aparente.
Namasté.





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