miércoles, 19 de octubre de 2016

BUSCAR PARA ENCONTRAR *

   La sinceridad y ecuanimidad que contemplan el presente en paz, sin divagar con planes futuros o lastres pasados, es condición indispensable e ineludible para encontrar lo esencial e imperdible, lo santo e intemporal. Cuando tan sólo se utilizan las palabras de amor -dulces, hermosas, seductoras y agradables- sin hondura ni autenticidad, con agazapada doble intención, de nada sirven para la consecución de la paz mental y la dicha de ser. Permanecer esclavo de los propios deseos agita la mente y acongoja el corazón. Nada ofrece de valor esta búsqueda que persigue sueños vanos; únicamente encuentra desencuentros, dolor, desesperanza y hastío. No te distraigas jugando el juego de los disimulos y falacias; sé valiente y honesto, no sigas los dictados de lo personal, de lo egoico e interesado. Atraviesa la adversidad viviendo en el espíritu, en lo esencial, siendo libre y estando en paz contigo mismo y con la totalidad; sin arredrarte ante las aparentes contrariedades que se crucen en tu camino, no buscando ningún acomodo en las conveniencias de un mundo transitorio, ni queriendo maquillar una descreída religiosidad con meras apariencias que buscan una satisfacción personal encubierta con la pompa vacía del ritualismo; porque no todos los que dicen Señor, Señor, entran en el reino de los cielos. Así es, no todos los que dicen buscar a Dios, Nirvana, Iluminación, Verdad, Alá, Tao, Atman..., al proyectar sobre estos conceptos sus objetivos particulares, llegan a experimentar y vivenciar lo inefable en lo más íntimo de sí. Sólo ésos que su intención, honda y veraz, es ir más allá de ellos mismos y de sus propios intereses personales para experimentar lo absoluto y sin opuesto, lo eterno e infinito, van en la dirección correcta. Ésos, y sólo ésos, que están atentos al presente sin ir tras sus finalidades exclusivas -da igual el nombre que hubieran utilizado para referirse a lo divino o nirvánico, o incluso no hubieran oído jamás acerca de ninguno de esos nombres que apuntan a lo inefable-; ésos, sí ésos, sin duda, gracias a su congruente intención de entrega y confianza absoluta, lo llegan a experimentar y vivenciar; porque la confianza total busca sólo para encontrar, no oponiendo ningún sueño particular a la esencial unicidad con Eso que Es Todo Lo Que Es y sin perseguir metas que proyectan evanescentes deseos objetivables, permaneciendo abierta a que el encuentro suceda por sí mismo... anteponiendo su parcial visión a la Visión Íntegra y liberadora del ponzoñoso influjo de lo egoico.

   Dejar de buscar lo personal conlleva, con sencillez y naturalidad, el bienaventurado encuentro con lo Divino y santo.

   Comprende y aplica -para ser uno de esos sinceros buscadores que sólo quieren el encuentro definitivo con lo real y eterno de forma irrevocable- que la motivación, el propósito, la intención dedicada por entero a la Verdad y el Amor, es siempre lo que trae el resultado. Permaneciendo receptivo, atento, vigilante, a la Verdad aquí y ahora, el propósito pondrá inexorablemente los medios. Ahonda. Conoce. Si se utiliza la idea de lo divino como un medio para los propios fines, el resultado obtenido seguirá siendo el mundo; más si es el mundo lo que es visto como un medio para encontrarse con lo Divino, entonces lo Divino te encuentra por medio del mundo. Así que medita en consciencia donde pones tu atención y propósito, porque es lo básico, es donde pivota toda tu experiencia vital. Si aun quieres cosas del mundo, por mucho que digas Señor, Señor, no lo conocerás; pero si, de verdad, quieres por encima de todo la Verdad, no habrá nada en el mundo que pueda impedirte alcanzarla y ser de nuevo uno con lo Divino; puesto que el mundo mismo, por la Verdad, será convertido en un instrumento, en una bendita herramienta que te facilitará ese encuentro interior con la infinitud del Ser, esa completa liberación que tanto anhela tu corazón sincero, devoto y entregado.

KHAAM-EL




Sosiega tu mente y encuentra.
Calma tu corazón y halla.
Eres libre y en plenitud.
Es en el interior donde no hay fronteras. 
Las formas pasan, lo esencial queda.
Dejar de buscar lo personal conlleva el encuentro con lo inefable.

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