jueves, 5 de enero de 2017

¡ALELUYA! ¡ALELUYA! +

   La realidad esencial de la vida es extemporánea a su manifestación perceptiva. De hecho no hay un solo instante en que lo real deje de estar presente. Tan sólo la interpretación particular de la mente egoica distorsiona lo obvio, mostrando lo aparente como digno de credibilidad e importancia. Más lo que es mera apariencia no puede, bajo ningún concepto o falaz premisa, influir realmente en lo veraz. Siendo aquí, plenamente ahora, atento a la atención misma de ser, el silencio es escuchado en comunión inmediata, sin necesidad de símbolos o conceptos que hagan de intermediarios. Todo está embebido de todo; nada puede ser separado de Todo Lo Que Es, permaneciendo esencialmente inmóvil en su flujo inorillado de plenitud creadora... Lo superficialmente diferente, conociéndose sustancialmente lo mismo en la definitiva intemporalidad no local de la vida indivisa del espíritu, entona un agradecido, bendito y feliz aleluya, que ilumina por completo el presente con Amor.

   Sencillo, para vivir la plenitud del ser, no te preguntes ¿cuándo? O tu mente soñará con un futuro engarzado con un pasado alterado por la memoria, olvidando el presente en toda su magnificente ilimitud. Más bien pregúntate por el significado oculto de un impulsivo preguntar que sigue formulando nuevas preguntas tras sus parciales respuestas. Quédate en paz en el presente. Reflexiona si tu pasado es lo que imaginas... Descubre su ilusoriedad, su insustancial interpretación, y te librarás de repetirlo, una y otra vez, en un supuesto futuro. Pues tanto si piensas en el pretérito como en el porvenir, sin duda, siempre, y bajo cualquier circunstancia, lo haces irremediablemente ahora y aquí. No proyectes más tu imaginado pasado a un futuro también imaginado y despierta del angustioso y mortífero sueño del tiempo. Medita. Ahonda. Vuela por encima de mezquinos intereses egoístas y descubre la dicha de Amar. Silencia el blablableo mental. Vive lo inmediato con auténtica inmediatez y ábrete a lo que no puede cerrarse. Con la mente acallada de cualquier distracción intelectiva, serás un sincero ¡aleluya! donde lo inimaginable trasciende toda imaginación o creencia, toda lógica personal, todo límite perceptivo; ofreciendo, sin tensión ni esfuerzo alguno, la inefable plenitud de lo universal.

   Simple: Lo que ha ocurrido, ocurre en el ahora. Lo que ocurrirá, sucederá en el ahora. Nada puede realmente dañarnos. No somos cuerpos, ni memorias personales. No somos entes transitorios aunque, aparentemente, estemos de paso por el mundo de las formas y sus circunstancias. Lo mollar, puro e inherente a toda manifestación, es indestructible al volátil cambio de lo aparente. La vida es bella en su inacabable unicidad esencial. Y, ¡aleluya! ¡aleluya! En el ahora, aquí mismo, allende el ego y su pequeño mundo particularista, el milagro de la consciencia plena y eterna se despliega jubilosamente... copiosamente... irrefrenablemente... ¡Aleluya!  ¡Bendiciones!  ¡Aleluya!

KHAAM-EL




¡ALELUYA!

En el tiempo, pasajero y volátil, toda cambia... va y viene... se construye y destruye...
Pero lo eterno y santo, el Amor de Dios que nos saca de semejante infierno,
para mostrarnos la plenitud del ser en comunión con la Vida Una.
prevalece sobre todo ese ir y venir...

¡ALELUYA!

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