Medita. Cualquier experiencia limitada es un efecto y jamás un causa; por tanto, ningún pensamiento es la conciencia que lo posibilita ni ningún concepto es aquello que procura expresar... Alégrate y sabe que tú no eres tus pensamientos... tú no eres tú. Tu miedo y tu pena no te conforman ni definen.
¿Pregúntate quién soy? Y mantén en silencio tu mente.
...
Silénciate. Olvídate de ti. Sumérgete en las profundidades de tu entraña más recóndita. Ignora el frenético baile de conceptos, cálculos, distancias y tiempos. Abandónate por entero, y recuerda... el pensamiento siempre precede a su justificación o comprobación, entonces la percepción es tan sólo un pensamiento que refleja la idea de separación. Más, como bien señala 'Un Curso de Milagros', "los pensamientos nunca abandonan su fuente"; luego, si retrocedes con consciencia al pensamiento original que forjó la identidad personal, recordarás inevitablemente la inmensidad que eres... tu mente particular no es la auténtica Mente, o, lo que es lo mismo, tú, como ego, no eres realmente lo que siempre Es en esencia y en verdad. Resumiendo: Sabes que eres, pero todos esos conceptos con los que tratas de definirte y definirlo todo, sin duda, en su limitación, nada tienen que ver con lo que eres... consecuentemente, tu ser no es tu Ser cuando no eres infinito.
Siguiendo con el ahondamiento en el silencio conceptual, el mundo que percibes es el efecto de una egoica manera de pensar, cámbiala, y cambiará tu mundo al efectuar la corrección en la causa de la percepción y no seguir distraído yendo tras sus meras manifestaciones; tu transformación será total y el tránsito de las apariencias a la Verdad felizmente completado.
Acalla la angustia del ego y en silencio escucha a la paz que en lo más hondo del Alma mora disipando temores, iluminando dudas, ofreciendo Plenitud y Vida. En el momento que se acepta que aceptar el sufrimiento como inevitable es un error, se acepta felizmente su deshacimiento, y con clara consciencia se niega ahora de principio a fin la insidiosa ilusión de que sufrir era una posibilidad razonable, al afirmar con evidencia presente que lo ciertamente razonable nada tiene que ver con lo limitado y transitorio. Sí, mantente consciente, no sucumbas a la tentación de la tristeza ni devores sus míseras migajas que burdamente pretenden alimentar el alma emponzoñandola. Eres uno en la Divina Unicidad junto con tu prójimo. Proclámalo sin temor, sin titubeos, con valerosa determinación. Vuela a la luz del Amor... da lo esencial siempre y te expandirás eternamente en plenitud. Que tu sonrisa sea, por tanto, bálsamo para cualquier ánimo fatigado, ofreciéndole amorosamente el júbilo de lo santo, bienaventurado e infinito.
Reposa consciente de la fragancia eterna que el presente nos regala si no lo impregnamos con la pestilente y ruidosa agitación de los pensamientos egoicos. Medita. Ahonda. Recuerda en el silencio y sonríe... el fin del tiempo no necesita del tiempo para consumarse, y, por ende, ya se ha consumado. Sí, sonríe en el silencio y recuerda... el fin de las formas no precisa de las formas para fundirse en en la Unicidad del Ser, ya que, sin duda, ya se ha realizado. Contempla sin apego el instante presente, por complicado que lo que percibes te parezca, todo es fácil y simple. Alégrate de todo corazón que así sea, no te pelees con tus propias razones, suéltalas y confía. Contempla cualquier cotidiano acontecer con la mirada limpia del Espíritu, con la búdica actitud ecuánime que consume toda aparente imperfección, todo aparente pecado, con el fuego intenso de la honesta sonrisa que todo bendice por la clara comprensión que desvanece y perdona las diferencias, junto a sus vanas justificaciones en su mismísima raíz; disolviendo lo aparente, reEncontrando lo esencial... paz, infinita paz interior que se vivencia infinita y común...
Siendo lo eterno...
Siendo lo feliz...
Siendo lo pleno...
Siendo lo transparente, libre y puro.
Silénciate. Olvídate de ti. Sumérgete en las profundidades de tu entraña más recóndita. Ignora el frenético baile de conceptos, cálculos, distancias y tiempos. Abandónate por entero, y recuerda... el pensamiento siempre precede a su justificación o comprobación, entonces la percepción es tan sólo un pensamiento que refleja la idea de separación. Más, como bien señala 'Un Curso de Milagros', "los pensamientos nunca abandonan su fuente"; luego, si retrocedes con consciencia al pensamiento original que forjó la identidad personal, recordarás inevitablemente la inmensidad que eres... tu mente particular no es la auténtica Mente, o, lo que es lo mismo, tú, como ego, no eres realmente lo que siempre Es en esencia y en verdad. Resumiendo: Sabes que eres, pero todos esos conceptos con los que tratas de definirte y definirlo todo, sin duda, en su limitación, nada tienen que ver con lo que eres... consecuentemente, tu ser no es tu Ser cuando no eres infinito.
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