domingo, 6 de enero de 2019

SABER ESENCIAL

   "Carencia de orgullo y soberbia, mansedumbre, un alma pura, un corazón tolerante, bondadoso, no quejumbroso; pureza de espíritu y de cuerpo, tranquilidad y perseverancia, dominio de sí y de la naturaleza inferior, y adoración al Señor.
   Ausencia de la inclinación a los objetos de los sentidos, eliminación del egoísmo; erradicación de la entrega a las cosas externas, a la familia y el hogar; la lúcida visión de la inestabilidad de la vida del ser humano con su dolorosa sujeción al nacimiento, a la enfermedad, a la vejez y a la muerte; la ecuanimidad en los acontecimientos agradables o desagradables. 
   Un espíritu dirigido al recogimiento interior y apartado del tumulto de las masas y las distractivas reuniones humanas. 
  Una visión clara del sentido y origen de la existencia, un profundo conocimiento y una luz espiritual, el yoga de una devoción constante, el amor de Dios, la ininterrumpida adoración al Ser Supremo.
   Esto es lo único que puede llamarse sabiduría, todo lo demás es ignorancia".

Bhagavad Gita - cap. XIII - versos 8 al 12.

* * * * *

   Quien conoce la Verdad ésta le hace libre de la prisión de la carne y su exiguo tiempo. Sé consciente de donde surge la consciencia. No te quedes con tus pensamientos si éstos no te traen paz, dicha y amor; porque quien los busca y no los halla, evidentemente, está buscando en el sitio equivocado.

   Si el sufrimiento atenaza tu experiencia de vida cambia tu manera de pensar porque aquello que no cambia se repite. No mires como valioso lo que el tiempo aja y deshace... mira con el corazón, no sólo con los ojos, más allá de lo aparente... Transforma tu mente cambiando primeramente tus pensamientos acerca de ti y del mundo, y lo que percibas cambiará esencialmente; más, si sólo te afanas por cambiar lo externo dejando igual lo que piensas acerca de ello, todo regresará al punto de origen y vuelta a empezar con un nuevo ciclo de huida del sufrimiento para acabar retornando a él. Sal del sufrimiento no sucumbiendo al seductor influjo que ejercen los razonamientos separativos que ensalzan lo corporal y egoico en detrimento de lo espiritual y fraterno. Abandona el apego a tus historias, a esos cuentos que uno se contaba para justificarse; no liberan, antes bien, atan y aprisionan. Persevera en la meditación y en la oración... ve al fondo del fondo, al Alma del alma, para que nada superfluo te distraiga de lo esencial y eterno... saber acerca de lo pasajero no es sabiduría, porque creer saber algo de algo que dejará de ser es, sin duda, ignorancia. Ahonda... Conoce la plenitud de la Divina Unicidad conociéndote sin excusas ni suposiciones, sin prejuicios ni expectativas; así, amarás (exento de temores, deseos o recelos) al prójimo como a ti mismo y a Dios sobre todas las cosas del mundo. Comparte lo crucial: todo y todos, en lo sutil, somos indivisos de Dios en Su perfecto Amor. Únicamente nos liberamos de la condición miserable del apego al cuerpo liberando de ese apego a nuestro hermano/a, porque Dios nos sana siempre de la pequeñez cuando sanamos a nuestro hermano/a del misma. Dar es recibir; y compartir, tener. Comprende que nos salvamos de lo ilusorio salvando al prójimo de nuestras ilusiones. La Divina Unicidad, en su presente e inefable ilimitud, nos saca del miedo cuando liberamos al prójimo de su miedo no justificando el nuestro. Saber lo esencial nos desconstriñe del egoísmo y su superfluo enjuiciar, porque con nuestro contentamiento e inegoísmo invitamos a nuestro semejante a no ser egoísta. Comprende y sabe sin divagaciones que Dios, por la gracia, nos saca del sufrimiento y el rencor al enseñarle a nuestro hermano/a a perdonar mediante la vivencia de nuestro perdón más sincero; porque Dios nos emplea en Su providente plan -como lápices que escriben con generosidad, claridad y firmeza, el mensaje de Salvación (en el que nuestra salvación está incluida junto con la de todos)- en el mismísimo momento en que soltamos la pretensión de ser los interesados escritores de nuestra propia historia personal. Sabe pues lo esencial y no te apegues, pues, a ti mismo  como un conocedor especial y serás, más allá de todo límite e imaginación, infinitamente bienaventurado... Retornarás a la esplendente vivencia de la Divina Unicidad.

KHAAM-EL



Ahonda en la sutilidad de la música 
y de la dulce armonía de la flauta...
ésta es una bellísima metáfora de la sutilidad del Alma.

Medita... Despierta... Sabe.

Namasté.





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