viernes, 27 de diciembre de 2019

LA SALVACIÓN SE HALLA EN LA ENTREGA DEL 'YO'

   Buscar la salvación desde un 'yo' que se siente condenado es una cadena perpetua de angustia y pesar, de conflicto e insanía; sólo en la renuncia a ese 'yo' la salvación se evidencia en esencia y en verdad en la inmediatez de la consciencia libre de expectativas e intereses particulares de mejoras por lograr. Porque intentar mejorarse implica minusvalía anterior, mientras que tener prisa acaba en demora por los errores que ésta acarrea. Entrega tus pretensiones. No conviertas el presente en una encrucijada de pretéritos y futuros de incierto signo, porque hacer del presente un mero entresijo de estresantes acciones de incremento, inevitablemente disminuye la opinión acerca de uno mismo. ¡Craso error este! Porque no reconocerse en lo esencial, en el infinito Amor de Dios, fabrica monstruosos pensamientos de pecado en el que un 'yo' frente a 'otros' se pelea por nadas que parecen algo. ¡Despierta! No busques la luz mañana u hoy permanecerás a oscuras... y si tu pensamiento no es corregido, mañana es nunca; porque proyectas constantemente una acción a futuro que recurrentemente te impide encontrar la claridad que tanto anhelas en todos los presentes futuros que pudieras experimentar. Acepta el instante tal y como ante ti aparece; contémplalo con mirada limpia, sin prejuicios, sin procurar cambiarte o pretender imponerte. Tan sólo decide entregarte a Dios, quedándote confiado, en perfecta paz, en completa dicha... y, una vez en ellas, compartirlas desde lo profundo de un corazón enternecido... sea cual sea la circunstancia, si la miras así, sin reproche ni codicia, con pureza e indefensión... misericordiosamente, se te abrirá al momento el momento del bienaventurado encuentro con Dios; así como una tierna flor despliega, humilde, sus pétalos a la cálida luz del sol para extender, sin impedimentos, su excelsa fragancia a su derredor.

   Renuncia a las vanas búsquedas del ego, de ese 'yo' interesado sólo en su ombligo y amplia tu visión al bien de tod@s. Entrégate a Dios. Confía. Él sabe como encontrarte. Está esperando, sencillamente, a que se Lo pidas. Deja, por tanto, todos tus fatigosos e insensatos esfuerzos por hacerte grato a Sus ojos y rinde el orgullo de propiciar tu propio mejoramiento. Dios es Amor y lo por Él creado comparte Su perfección. Abjura de tu apego al sueño de separación, maldad y muerte. Pídele a Dios, de todo corazón, la Revelación de la Verdad que uno, desde la creencia en el error, no puede alcanzar jamás. Pídele con el alma toda tu salvación, y Su juicio misericordioso te recordará la inocencia primigenia que en Él posees junto con tu prójimo. Agradécele que quien pide de corazón y con devoción sincera recibe Su Respuesta en lo más íntimo del corazón, en la pureza del alma, en la luz de la consciencia. Entrégate, agradecido y confiado, sólo a Él, y la Salvación se consumará en tu espíritu, de inmediato, en el presente, ahora... bendiciones. Bendito eres por ser quien eres (somos) por siempre en Él. No busques fabricar tu salvación mediante arduos esfuerzos de ombliguista perspectiva y ábrete a la relación santa. Aunque las más de las veces, desde la pequeña idea de ti, te parezca difícil, en vedad nunca lo fue. Ten fe. Persevera en la fe. Entrega todos tus planes y deja que Dios Mismo venga a ti. El Amor nunca se ha ido, no lo busques por tanto en el tiempo. Dios Es, en toda circunstancia, Luz en la apariencia, ahora... eternamente ahora. Confía. Sí, confía en Su misericordia e ilimitud... La salvación se halla en la entrega del 'yo'.

KHAAM-EL



Si renunciamos al 'yo' importanciero,
si nos entregamos a Dios 
confiando totalmente en Su Amor arrollador, 
Su gracia y misericordia nos cubren de bendiciones 
que nos trasportan hasta el Cielo
junto con nuestro prójimo.





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