miércoles, 8 de abril de 2020

LA PUREZA ES PLENITUD DE VIDA

  Deja de complicarte la vida con fútiles conjeturas y regresa a la simplicidad del presente, a la luminosidad de lo inocente, a la bendición de lo fraterno. Sencillo: los opuestos por muy contradictorios que se muestren en esencia son lo mismo, pues son dos aspectos de una misma idea; de igual manera, los ciclos -por muy diversos y espaciados que aparezcan- son repeticiones secuenciales de una semejante trayectoria trazada por una misma idea aparentando ser distinta. En consecuencia, cualquier perspectiva (por diferente que ésta sea en su apariencia) necesita en todo momento de un centro sobre el que girar; y, por ésto, toda variación, para ser percibida como tal, precisa de un mismo espacio en el que pueda acaecer. Así que los opuestos, las perspectivas personales, las variaciones y los ciclos, son efectos de la creencia en lo separado, diferente y especial; mas todo eso se desvanece, una y otra vez, en su insustancial estructura. Mira con congruente atención, y caerás en la cuenta de que todos esos efectos, que crees tan ajenos a ti, comparten una misma mirada que los contempla (la tuya). Sí, todo el mundo que percibes sucede en tu visión; realmente se encuentra en tu mente, y no afuera... Ves tus pensamientos en desarrollo, y fabricas secuencias, aparentemente diferentes, para hallar solución a tu fraccionada experiencia de ti, fabricando un pequeño mundo en el que malvives suspirando por ser grandioso, por vencer el miedo y encontrar sosiego. Renuncia a tu lucha contra la impureza y vivencia la pureza en la Luz de la Consciencia Viva, Plena y Sagrada. No duermas ni un solo mundo del ego más. Decídete en favor de lo santo y despierta de lo vano reconociendo que no hay solución en lo dividido; pues, desde su divisor juicio, sigue dividiendo tu anhelo de respuesta universal en escuetas respuestas perceptivas que fabrican más y más preguntas que generan, a su vez, otras respuestas perceptivas de interminable reiteración. Sal del bucle en el que imaginas encontrarte retornando al origen en tu consciencia... regresa a ser sólo visión: sin apegos ni rechazos, sin deseos ni aprensiones. Quédate en sosiego y contémplate en el contemplar mismo... Sabrás que las estaciones y el transcurso de los años y sus edades, en verdad, no pueden afectarte ni influirte más allá de lo que en tu conciencia te lo impongas.

  Ve allende el monótono, prejuzgador y externalizante ver del ego y mira con atención dentro de ti. Escapa de la paradoja de experimentar lo que piensas creyendo que lo experimentado influye en tu pensamiento y no al revés, como de cierto es; porque toda experiencia humana recibe, sin duda alguna, exactamente el resultado de lo que piensa en lo más hondo de sí. Por tanto, no quieras cambiar el mundo para mejorar tu vida, y primeramente adéntrate en tu interior y rectifica tu manera de pensar con respecto a ti mismo descubriendo aquéllo que está más allá de lo meramente perceptivo; y el mundo será visto ahora en su esencia de eterna llenura y pureza, ya no más en su vana y mortal apariencia temporal. Comprende, ahora, cómo ya no tienes que dilucidar ni sopesar situaciones. No tienes que dejarte sentir nada de forma personal para resolver algo. Únicamente has de renunciar a cualquier sensación o pensamiento que a ti venga que no sea perfecta paz y completa dicha, puesto que las sensaciones son pensamientos en expresión... Vive en la pureza incomparable e infraccionable del momento presente, y tu expresión será una constante y rotunda bendición gracias al reConocimiento de que no son posibles ni la maldad, ni el sufrimiento, ni la muerte, en el flujo amoroso de tu verdadero ser... Todo lo esencialmente Bueno y lleno de Amor ya se halla en ti. Tan sólo deja que su manar fluya libremente, sin comparaciones, sin amarres, sin soberbias ni humillaciones... sencillamente acepta que la pureza es la fuente de toda bondad, que ella es tu alma trasparente y limpia; y que la pureza es inmancillable en la gloria de tu Plenitud de Vida en la Divina Unicidad.

KHAAM-EL



La eternidad no es algo a conseguir fuera de ti.
Dentro, muy dentro, lo infinito
te recuerda -como una bella melodía
que te envuelve y libera-
que en esencia y en verdad
la pureza del Espíritu
es Plenitud de Vida,
Comunión fraterna,
Bienaventuranza de Amor...
Divina Unicidad.




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