Acompaño a este preámbulo el vídeo de una charla en la que incido en lo importantísima que es la comunicación de corazón a corazón, desentendiéndose de cualquier desconfianza que pudiera tentar a lo separativo y rencoroso, para que se abandone la falsa comunicación que perpetua un sufrimiento absurdo e inútil, y se pueda retornar a la comunicación verdadera, a ese gran namasté (mi ser real saluda y honra a tu ser real), que nos colmará de bendiciones insospechadas desde la perspectiva personal del ego.
Únicamente libre de resentimientos, temores y dudas, puede uno comunicarse sin cortapisas que enturbien la relación. Porque es en la pureza y la inocencia de propósito donde se encuentra el vínculo indisoluble que nos unifica, más allá de cualquier aparente división, con el prójimo; devolviéndonos, milagrosamente y por la gracia, a la bienaventurada consciencia infinita de Dios.
¿Te sabes bienvenido en todas las relaciones que entablas en lo esencial, aunque en apariencia se muestren distantes o incluso hostiles? ¿Te sientes uno con Dios y con tu prójimo? ¿Experimentas en lo más hondo de tu alma perfecta paz y alegría? Porque has de conocer, sin ningún género de dudas, que Dios te da la bienvenida si tú se la das Él... y entonces donde vayas es Tierra Santa. Comunicar ésto a tu prójimo, a la vida toda, todo el tiempo en el tiempo, para traerle la intemporalidad y el espíritu, es verdadera comunicación. Cualquier otro tipo de expresión, por diestramente que esté elaborada y presentada, será incompleta, tendenciosa y, por lo tanto, falsa.
Allá a donde vayas, has de llevar confianza, despreocupación, alegría, esperanza, fe, bondad natural (la que nada espera en compensación), paciencia, generosidad... y, sin esfuerzo, comenzarás de nuevo a recordar y a extender el Amor genuino que te hace uno con la Verdad; puesto que, la comunicación verdadera, es perfecta comunión de espíritu, en el conocimiento eternamente inmediato de la plenitud de la creación de Dios.
KHAAM-EL
En la Verdad nos comunicamos sin egoicas interferencias, compartiendo el Amor...
viviendo conscientes de Dios en nosotros, en todos y en todo.
Y el mundo vuelve ahora a la Eterna Luz del Cielo que es nuestro ser en Dios.
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