lunes, 6 de enero de 2020

COMPARTIR EL REGALO DE SALVACIÓN ES EL MEJOR REGALO (Reedición revisada)

   A continuación de este breve inciso introductorio reedito el escrito que publiqué en este mismo blog el día de reyes de 2016, por considerarlo en un día como hoy oportuno, sino crucial, para la situación que como humanidad estamos viviendo. Pasar de un demandar o exigir a un dar y compartir es ciertamente el regalo más grande que podemos entregar al mundo. Regalar de corazón, con Amor, a nuestros semejantes lo mejor y más desprendido de nosotros mismos nos llena el Alma. Esa, a todas luces, no sólo es la mejor manera de que reine la paz en este mundo sino la única. No nos demoremos, pues, con vanos egoísmos, expectativas partidistas o juicios tendenciosos, amemos por el amor mismo de Amar, ofrezcamos lo esencial: palabras de aliento y esperanza, acciones de liberación y consuelo, consejos de autoindagación y confianza. En resumidas cuentas: honremos a nuestro prójimo, sea cual fuere su condición, por su naturaleza sagrada, por el alma pura que las apariencias egoicas intentan ocultar. Amémonos amando... bendigámonos bendiciendo... Regocijémonos regocijando... Iluminémonos iluminando... Salvémonos salvando:

   Todos los sabios, maestros o mentes preclaras, que viven y expresan el Mensaje de Salvación -la liberadora e intemporal Enseñanza del Despertar de la consciencia-, señalan en esencia lo mismo: que no te creas tus propios pensamientos ni los de otros, sin antes haber comprobado si son fuente de verdadera dicha y perfecta paz mental; y, para eso, se ha de profundizar en lo más hondo de la consciencia, en el núcleo mismo de ser, mediante la meditación, la oración, el entrenamiento mental, la devoción a lo divino por la rendición del ego, la contemplación, o la congruencia en el recto pensar; herramientas, éstas, que nos conducen al servicio desinteresado para con el prójimo tras una visión clara de lo sustancial y eterno. No hay problema o adversidad que no esté ya resuelta por Dios. Confía y extiende Sus bendiciones con alegría. Si semejante actitud es practicada con constancia y humildad, la Luz de la Verdad nos salvará de nuestras imaginaciones de dolor y corpórea identidad.

   Deja de vagar sin rumbo. Abandona el apego a los egoicos sueños. ¡Despierta! Mantente en lo esencial y encamínate a la luz de la Verdad y el Amor. No entres en comparaciones de estéril resultado, que más que ayudar a clarificar enturbian el entendimiento con erudición vana y engreído ocultismo. Porque cuestionar las técnicas que los maestros del Mensaje de Salvación sugieren, juzgando cuál es mejor y cuál no, y blablablabla, simplemente nos aleja de la práctica. Y, para recoger frutos, teoría y práctica han de ir de la mano hasta que aquélla sea indisoluble de ésta (la teoría explica lo práctico, luego éste la precede en el tiempo, aunque a primera vista parezca lo contrario). Si te resuenan unas técnicas hazlas, y si no te agradan, pues no las hagas. Recuerda que (las técnicas) son meras herramientas que pueden ser útiles a determinadas maneras de pensar. No te pelees con las técnicas ni las compares, la que escojas úsala con destreza y constancia... si te resuena el budismo, ahonda en él hasta el cogollo, si es el taoísmo, el cristianismo, la introspección, el advaita, el yoga, o etc, lo mismo, profundiza hasta el núcleo mismo de lo sustancial, hasta el alma del alma de lo religioso, sin olvidar que aquello que habla de la Verdad no es la Verdad; te indica, si acaso, una dirección en tu mente... una ruta interior a seguir, pero ese es un camino que sólo has de recorrer tú. Nadie fuera de ti mismo puede vivir o caminar por ti; más no temas, camina, camina hasta el final, y tu corazón volará más allá de las fronteras que ahora crees demarcan tu experiencia de la realidad.

   Amig@, te comparto el Mensaje de Salvación... Pide la Verdad por encima de todo. Ora de corazón y recibe de corazón. Medita con toda tu mente, en sosegada atención constante, y despierta a la realidad. Sólo hay Dios y, en Su plenitud, todo comparte Su eternidad y perfección; el resto, lo diferente, no tiene consistencia y no existe, es mera apariencia, ilusión, nada. Agradece la transitoriedad de lo transitorio y la insubstancialidad de sus evoluciones. Los humanos en su personal insignificancia no se sienten puros. No quieras sostener lo insostenible y arrepiéntete, con honestidad, de la arrogancia de lo pequeño soñando grandiosidades. Abandona la condena de la lastimera culpa y sé un auténtico amigo para con tu prójimo, instándole a amar de verdad, invitándole a compartir lo santo e inmortal. Todo está bien ahora, si no se juzga por dolor o resentimiento. Aquello que puede acabar carece de significado y no puede ser plenamente conocido, puesto que todo aquello que precede al pensamiento jamás puede ser concebido por él. Consecuentemente, céntrate en aquello que es inmutable en ti y en todos, lo demás déjalo de lado. Atraviesa con confianza todas las situaciones, por adversas que se te presenten afróntalas amorosamente. ¡No te detengas! Abandona el temor... caminando por la Verdad hallarás salvación. Dale la vuelta a tus conceptos; míralos con mirada honesta y amplia, sin involucrarte, pero desde todos los ángulos posibles. Para, en última instancia, poder admitir, sin la menor sombra de duda, la absurdez de su efímera pretensión. Entonces, tú mismo ya no serás tú mismo... porque por fin vivirás realmente en paz. Oirás lo que hasta ahora no oías y verás lo que antes, solo con tus ojos físicos, no podías ver. El sufrimiento toca a su fin. Todo está destinado a ser de nuevo libre y bendito en el eterno Amor de Dios.

   Herman@ en Dios, bendice toda experiencia. No te atrapes en las formas. No te defiendas de lo que es nada, ni ataques aquello que en lo esencial nunca puede dañarte.
   Sí, bendice sin medida. Regala bendiciones... sé pródigo en darte de corazón, sin miedo a su ruptura, sin temor a que se parta por el desamor.
   Sé un regalo para todos, recordándoles, con amigable alegría y paciencia infinita, que ellos mismos son regalos esenciales para la intemporal llegada de la bendición universal.

KHAAM-EL




Compartir el Mensaje de Salvación 
todo el tiempo en el tiempo, 
jornada tras jornada, estación tras estación, 
alegrando al prójimo con su bello y alegre canto de Amor
nos hace libres, a todos cual uno solo, 
de la competitiva insignificancia egoica, 
para retornar a ser quienes fuimos destinados a ser 
en esencia y en verdad:
consciencia pura e ilimitada en la Ilimitada plenitud de Dios.




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