miércoles, 29 de enero de 2020

LA VIDA, POR SER VIDA, NO NACE PARA MORIR

   Querer conceptuar lo indefinible creyendo que puede definirse, en vez de comprensión, trae angustia e inexactitud. Ya que, no hay mayor yerro que tomar por cierto lo incierto ni peor esclavitud que aquella que imagina a sus propios límites como libres. No creas, por tanto, lo increíble y descarta todos los juicios y suposiciones dimanados de los sentidos corporales que juzgan lo vivo como mortal y a la felicidad presente como desdicha venidera. ¡Despierta! ¡No te apegues a este mundo caduco! ¿Estás realmente en el mundo o es éste el que es una proyección de tu mirada, una cambiante percepción? Sí, sin duda, incierta es la percepción, absurdos sus postulados y vanas sus conclusiones; en consecuencia, no es seguro pretender asegurarse en la percepción, ni mucho menos posible intentar comprender con claridad desde ella lo que sus propios límites oscurecen y ocultan.

   Ahonda. Medita. Conoce. La vida, por ser vida, no nace para morir; nada tiene que ver con cuerpos transitorios ni con débiles intelectos peleándose entre sí por un poco de inestable confort. La vida es del espíritu, de la consciencia una, de la inteligencia indivisa, de la esencia indestructible que todo lo abarca y trasciende. El espíritu vuela libre; libre sí, de todas la increíbles creencias limitantes con las que el ego pretende, vanamente, alcanzar lo ilimitado, e incluso superar a ese mismo espíritu que intenta ocultar tras una maraña de conceptos y juicios de personal urdimbre. El espíritu es inseparable e inacabable en la Divina Unicidad, en comunión con la vida toda y la vida toda con él. ¡Regocíjate! La luz del espíritu no puede confinarse a edades, formas e ideas; las trasciende en el presente consciente, en lo inmaterial e inefable, en lo metaconsciente. Sí, el espíritu vuela libre de los prietos ropajes con los que el sistema de pensamiento del ego pretende inútilmente encorsetarle. No temas, amig@, no eres la identidad temporal, no eres el cuerpo: eres espíritu; como yo, como el prójimo que hoya junto con nosotros esta tierra y, también, como tod@s los que un día en ella estuvieron o un día vendrán. Lo que se ha amado no puede perderse ni menguar. Confía... ahora se ama y, sin duda, eternamente se amará; porque siempre vive la vida, la verdadera vida -la que comulga, bendice y este mundo sensorio trasciende-, en lo más hondo del corazón, en lo sagrado, infinito y bienaventurado.

KHAAM-EL



Elévate por encima de los conceptos egoicos
y renace a la vida plena del espíritu...
a la dicha de Ser en la DIVINA UNICIDAD.




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