Junto a este escrito edito el audio de una charla en la que profundizo en cómo el auténtico compartir proviene del espíritu, de lo más hondo del corazón; nunca de lo corporal/mental. Por eso, hay que abandonar la tentadora y a la vez dolorosa identificación con el ego para encontrar la comunicación plena y liberadora. Esa directa e inmediata comunicación en la que se reconoce que todos los involucrados en ella, por muy dispares que sean los aspectos perceptivos que lleguen a mostrarse, en lo esencial son uno. Y, milagrosamente, gracias a esa manera de relacionarse, la vida se vuelve una danza de liberación, una armonía indestructible subyacente a toda discordia, una apertura a lo intemporal y santo dentro de lo aparentemente transitorio y dispar, un vivenciarse indiviso del Espíritu al constatar que tod@s somos uno en el infinito Amor de DIOS.
KHAAM-EL
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