viernes, 6 de diciembre de 2019

INVITACIÓN A ENTRENAR LA MENTE CON CONSCIENCIA PLENA

   Fijarse en fenómenos externos para validar lo interno es tan fútil como suponer que se sabe realmente cómo es alguien por su nombre, apellidos y número de documento nacional de identidad. ¡Una auténtica, con perdón, majadería! Arrogancia, temeridad, sino directamente locura o interesada malicia. A veces, menos mal que es a veces, llega a mis oídos, o leo, información sobre supuestos logros sobrehumanos conseguidos por no se qué técnicas meditativas, o respiratorias, o posturales, o ritualísticas, o..., con las que sus magistrales instructores dicen (dicen) que pueden conseguir que de uno se enamore quien éste elija, cuando ellos mismos tienen desencuentros y separaciones indeseadas; o que viven sin comer alimentos sólidos (para qué, ¿para ser vistos y aclamados?); o que han escalado altísimas cumbres siempre nevadas con playero indumento (¡¿...?!); o que tienen la clave de la perfecta salud aunque enferman, al cabo, como cualquiera; o que tras arcanos ritos controlan los elementos aunque éstos sin remedio acaben por contradecirlos; o que tienen la visión de saber dónde está algo o alguien desaparecido, dónde hallar ésto o aquéllo que tanto se desea o teme para tomarlo o esquivarlo, mas pierden las llaves, el paraguas o la billetera, y no los encuentran como -alguna vez- nos ha ocurrido al resto de los humanos; o que pueden predecir el futuro con impostada seguridad (y nunca, ni por casualidad, pueden numerar el reparto exacto de escaños de los partidos políticos que concurren a las elecciones en un país cualquiera el día antes de su celebración, o la combinación ganadora de la bonoloto del martes que viene, o los resultados de la quiniela futbolística de este próximo fin de semana). Y todo ésto que a veces, menos mal que es a veces, llega a mis oídos, o leo,  ha de ser desmitificado y puesto en su particular contexto egoico para que lo esencial trascienda toda esta distracción que quiere pasar por atención, todo este innoble despropósito que pretende ser noble propósito, toda esta insanía que se disfraza de cordura, toda esta mentira que se arroga verdad. Por todo esto, 'Un Curso de Milagros' nos recuerda que una mente sin entrenar no es nada, que los milagros son correcciones que nos muestran que el ego y el espíritu no se conocen, que no se pueden unir dos mundos antagónicos, que desde el ego lo que se percibe no es la verdad sino un darle a todo lo que ve el significado que tiene para mí (para ese ego que aparenta ser pero no es), que únicamente el perdón es la llave de la felicidad porque somos responsables del mundo que vemos.

   Así que amig@s, os invito a un genuino entrenamiento mental, a ese mirarnos la mirada propia con ecuanimidad y consciencia plena, a ese no dar por supuesto lo que sólo se supone, a ese no buscar superpoderes o logros especiales, a ese estar en paz con uno mismo y que por extensión envuelve al prójimo, a ese estar presentes al presente que nos despierte de la ilusión de lo transitorio, que nos libere de las creencias de que este mundo efímero es el real y poder verlo así sin temor ni ira, que nos lleve a la honda convicción de que la fantasía espiritual nada tiene que ver con la verdadera espiritualidad, que la paz de Dios no es la tranquilidad del confort mundano ni la auténtica alegría tiene que ver con el cumplimiento de los dolorosos placeres del ego. Entonces, y siempre entonces, la Luz de la Verdad nos liberará de las tinieblas del sueño de el sufrimiento y de la muerte. Porque la vida, la eterna y plena, es del espíritu; nunca de la carne, jamás del ego y sus vanos deseos.

KHAAM-EL



En lo no conceptual se revela lo esencial...
Atiende con consciencia al presente,
al aquí y ahora universal.
Entrena, por tanto, la mente con constancia
para no dejarte enredar por los pensamientos egoicos,
que ofreciendo mucho con nada puro y eterno dejan.




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