domingo, 1 de diciembre de 2019

LA GRACIA DE DIOS NOS ELEVA POR ENCIMA DEL DOLOR DEL MUNDO

   Ciegas a las intenciones, ya sean éstas buenas o malas, los acontecimientos pueden ser de lo más insospechados -e incluso inconvenientes- respecto a aquéllas, puesto que los acontecimientos del mundo, en cuanto a apariencias que son, responden, a su vez, a apariencias y vanidades. (Dice un viejo proverbio árabe: "el destino es como un camello ciego"). Por eso, la auténtica dicha nada tiene que ver con este mundo vano y aparente, en donde las cosas y los seres se ven empellados por el ciego devenir del tiempo y sus asuntos. Buscar trabajosamente en él es no encontrar nunca lo verdaderamente buscado (paz, alegría, amor... Plenitud). Se encuentra (la dicha verdadera), por tanto, en la trascendencia de todos esos acontecimientos que nos hacían tambalearnos y caer; en el no apego a sus reclamos, ni al visceral rechazo de sus dramáticas sacudidas; en la Luz que contempla el imaginario ver de lo ciego y le devuelve la vista certera por la omniabarcante gracia de Dios, con la que (si la aceptamos) todos los acontecimientos son vistos más allá de sus meras concatenaciones parciales, siendo nuestros ánimos abatidos levantados y abrazados con una dulzura humanamente inimaginable; y, reConocidos todos esos ciegos acontecimientos allende sus terribles apariencias de dolorosa trama como insignificantes en la claridad de una visión ilimitada, directa y penetrante hasta la médula de lo percibido, nuestra alma es devuelta a la realidad consciente de lo indiviso, a la eterna completitud divina. Es entonces cuando lo esencial e intemporal nos deposita, bienaventurdamente, en el ámbito del Espíritu, de lo Sagrado, del Amor, de lo Calmo y de lo Pleno... en el Corazón de Dios.

   Así que, no esperes, en consecuencia, que los acontecimientos perceptivos se acomoden a tus particulares deseos, o desesperas atribulado viendo como todo lo conseguido se torna polvo y cenizas antes pronto que tarde. Por tanto, prójimo de mi corazón, reflexiona sabiamente; si de verdad quieres ver allende las apariencias, no te agarres a lo pasajero y reconoce, sin acritud ni abatimiento, cómo la humanidad ignorante se prosterna contrita ante la calavera fatigando sus días y noches eludiendo la ineludible llegada de ésta. Así que, atraviesa el desierto que el ego quiere tomes por tu hogar sin mirar atrás, con confianza y fraterna disposición; aceptando con alivio, en vez de con angustia, el incontestable fracaso del ego y triunfa -feliz- con su derrota al vivenciar que la vida es de Espíritu, nunca de la frágil carne; y que el tiempo y sus miserias es impotente ante el Eterno y Su gloria derramada  -como benéfica y fértil lluvia- sobre todo lo viviente, y de la que somos, por Su infinito Amor, coparticipes.

KHAAM-EL



No temas...
Dios nos devuelve todo pequeño bien que hacemos 
ilimitadamente multiplicado.
Confía... agradece...
Por la gracia de Dios a Él volvemos tod@s.
Ama, comparte, bendice...
Vive en paz, feliz y hermanado...
El infinito amor de Dios nos acoge.





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