jueves, 4 de abril de 2019

LA LUMINOSA SIMPLICIDAD DEL AMOR

   Que no flaquee tu esperanza de ser libre aquí y ahora al reconocer que el sufrimiento es muerte y la vida dicha. No seas pusilánime e imprime vigor a tu decisión inquebrantable de ser feliz por encima de cualquier suceso o niebla mental, mantente ecuánime, sin arredrarte ante las soflamas que exhortan a la ira y el rechazo como manera de solucionar los problemas. Mantén la calma, finalmente las tormentas, por tormentosas que sean, pierden fuerza y acaban. Sé, pues, en medio del valle del sufrimiento y la muerte Templo Viviente de consuelo y resurrección, de luz y compasión. Enjuga todas tus lágrimas y vive con sencillez y gratitud. Avanza hacia lo más hondo del corazón de tu prójimo ahondando en el centro de tu Alma... no excluyas y al bendecir te bendecirás. Amando se sabe uno amado.

   Simplifica descargándote de lo infructuoso e inútil. No vayas tras efímeros deleites o desgastables cosas, sé hermano para tu prójimo y no enemigo. Camina libre por la senda de la luminosa simplicidad del Amor... y sé verdaderamente feliz por la convicción de una vida en el Espíritu, que trasciende la carne y sus vanos sueños; una vida pura que libera del sufrimiento y la muerte aquí y ahora invitando a todo aquel que quiera unirse a transitar juntos la senda sagrada del desapego egoico. Ya que compartir lo esencial nos evidencia la Plenitud más allá de formas, tiempos y expectativas, allende formulaciones, imposiciones o sectarismos. El fin de lo temporal en un presente consciente y pleno es término definitivo de los llantos, terrores, sacrificios, desesperos, cóleras y muertes. ¡Despierta! No hay ofensa cuando no se toma nada de manera personal; y, sin ofensa, ofensor y ofendido se disuelven bajo la luz del verdadero perdón, bajo la luminosa simplicidad del Amor. Confía. Resuelve... Ama... Ama sin dudas ni tibiezas... Ama completamente y nunca más el horror de lo separativo, despreciativo e hiriente.

KHAAM-EL



Sencillo y simple: el Amor,
el verdadero y todoabarcante,
el que nos hermana más allá de cualquier diferencia,
es el elixir de Vida Eterna,
ilumina al Alma y nos une con lo santo y pleno...
Nos devuelve a Dios.




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