Quien nada espera, todo satisface. Quien de cierto ama, nada le atormenta. Quien al prójimo da alas, vuela. Quien sonríe a la adversidad, trasciende la amargura. Quien en el otro se espeja, ve la unidad que nos alienta. Quien acepta el transcurso de los días, años y lustros, y no se apena por el aparecer de las canas, las arrugas en el rostro o los achaques de la edad, atisba lo intemporal. Quien no da pábulo a chismes o murmuraciones, no aviva rencillas ni justifica envidias, halla paz de espíritu. Quien decide ser feliz sin motivo, encuentra la felicidad auténtica que todo lo motiva. Quien no quiere obtener beneficio con engaños, deja de ser esclavo de mezquinas pasiones.
Es más, quien camina con desenfado y compañerismo leal, ya sea juntos o en la distancia pero siempre unidos en el corazón, siente en su grácil andadura la cálida bendición de la luz del infinito Amor de lo Eterno, alentando a los demás a seguir esa misma dirección, esa misma ruta de iluminación verdadera.
KHAAM-EL
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