lunes, 22 de marzo de 2021

LA FRIALDAD QUE CALCINA EL ALMA SE TRASCIENDE MEDIANTE EL PERDÓN

    La paradoja del mal revestido de bien es la mayor de las hipocresías, porque en cuanto se evidencia el disimulo de un acto egoísta parodiando la calidez humana tras fingidos auxilios con los que intentar obtener un rédito personal o corporativo, precisamente a costa de los engañados auxiliados, la más lacerante de las frialdades calcina el alma y agosta el corazón. De la decepción surgida de embustes al odio hay un paso. Por eso, cuando el proceder del mundo en su avidez rompe el corazón, hemos de permanecer enamorados... Enamorados sí, pero de amar por el Amor mismo, no de alguien o de algo en particular... Amar 'con', no 'de'. Entonces y sólo entonces, la frialdad que calcina y devasta se templará con el avivamiento que reverdece el ánimo reseco mediante el fértil perdón, abono de esperanzas, destructor de grotescas paradojas, revelador de mascaradas, multiplicador de milagros y bendiciones que trascienden en lo más hondo del alma la farisaica maldición del egoísmo.

KHAAM-EL

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