VER ALLENDE LOS REFLEJOS, LA LUZ DE LA VERDAD Y LA PLENITUD

    El ego mira avieso en espejos de los que dice no verse reflejado, sino que trata de contemplar en ellos a otros aparte de sí perjudicándole, ofendiéndole o desdeñándole. Cree, entre muchas absurdidades y patentes contradicciones, que es justo actuar injustamente frente a lo injusto, que es lícito para obtener paz oponerle violencia a la violencia, que mentir, engañar y asustar puede serle útil para alcanzar buenos y elevados fines, que en arcanos oscurantismos puede hallar exclusivo conocimiento, poder y luz, o que separando y generando caos puede establecerse en un nuevo y mejor orden. Creencias, las recién citadas, de las más malévolas que el pensar egoico elucubra, sostiene y avala.

    Más, nunca ha habido ni habrá bien en el mal, congruencia en lo absurdo y contrario al sentido común, paz en lo agresivo, veracidad en lo falaz, claridad en lo tenebroso, ni amor y alegría en el odio, la confusión y el miedo. 

    Dejar de identificarse con el ego es mirar sin espejos, atravesar reflejos, ver sin separación el ver mismo... Espíritu Viviente... Comunión de Vida... Eternidad de Ser... Plenitud... Verdad... DIOS VIVO aquí y ahora, inmanente y trascendente a toda forma, apariencia y aspecto percibido o perceptor... Pura Gloria en Santa y Amorosísima Unicidad.

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BREVES REFLEXIONES A CONSIDERAR (y 83)

            1.

    Para abrazar y vivenciar la plenitud espiritual, primeramente hay que despedir lo que la despide.

            2.

    La intención y la palabra son semillas de acción que una vez germinadas (manifestadas) dan fruto según su condición. Si amorosas: paz, armonía y gozo; si egoístas: tensión, inquina y desasosiego.

            3.

    El presente percibido es el pasado de lo pensado. Nada cambia, si en conciencia no se cambia. Pensarse un ego es apegarse a un cuerpo nacido para morir; renunciar a semejante disparate trae, sin embargo, el intemporal recuerdo del innacido inmortal que en esencia se es.

            4.

    Aceptar aquello que sucede, por aciago o doloroso que sea, con calma interior, animosa valentía y humilde desenfado, es la actitud correcta para, mediante tal siembra de semillas de acción amorosa, en el momento oportuno, con sincrónica sencillez, vivenciar la plenitud espiritual.

            5.

    Nada que no sea la eterna Luz de DIOS en ti, en mí, en todos y en todo, es digno de ser valorado. Pues, en esa bellísima Luz eres, soy, y somos todos, en inefable comunión.

            6.

    Aquí y ahora el tiempo culmina y se desvanece, junto a todos sus formatos y dolorosas ilusiones, en la gloria infinita del Amor de DIOS... Lo que fue no es, y no nos afecta realmente. Sembremos, por tanto, en el presente, sobre cualquier pasado imaginado que se escenifique, la simiente amorosa que nos llena el corazón de paz, fraterna armonía y gozo de ser. De improviso y por la gracia, la plenitud llega para no eclipsarse nunca más.

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LIBRES DEL EGO, LIBRES DEL TERRIBLE ENGAÑO DE LA MUERTE

    Lo segundo no es primero ni el efecto se gesta a sí mismo. No hay forma sin espacio, más sí espacio sin necesidad de forma. La carne y la mente personal proceden del Espíritu, jamás a la inversa. Lo que nace para morir, por tanto, no es en verdad la realidad, tan sólo mudable apariencia de ella.

    Comprender esto nos libera de la vanidosa absolutización egoica de lo relativo. Regresando a la experiencia plena e indubitable de DIOS VIVO inmanente en todos y en todo, y a su vez trascendente a todo y a todos, a la vivencia de nuestra esencial naturaleza eterna en comunión con el Absoluto Inefable que no sabe de dolorosas relatividades, ni emplea opresivas mentiras o cae en terribles contradicciones; sino que Es amor, paz y eterna bendición.

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LA ETERNA REALIDAD DEL REINO DE LOS CIELOS

    Llamar a las puertas del Reino de los Cielos obliga a darle la espalda a la mundanidad. Entonces, maravillado, se las descubre siempre abiertas. Al igual que toda cerradura se fabrica con su llave, lo finito tiene inevitable maridaje con lo infinito. Por lo que lo ilusorio y mudable, imaginado en lo real e indiviso, desvaneciéndose en su nada, regresa en un instante, en una santa decisión en favor de la unicidad (Amor), a la plena realidad misma.

    Nada hay, pues, misterioso que aquí y ahora, en su esencia intemporal, no sea desvelado y enseñado con gran sencillez: la vida es del Espíritu, del Amor; nunca de la carne ni del egoísmo. Vivenciar esto, transmitirlo tanto de palabra como con silencios, pero sobre todo mediante hechos valientes y determinados, conduce al final de la senda bien caminada y aprendida, y a entrar justo ahora, precisamente aquí, en Él. Trascendiendo el mundo, definitivamente, en perfecta paz y sagrada plenitud eterna.

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AMAR NUNCA ES CONDESCENDER CON LO ILUSORIO

    Ignorar disparates como si nada, alentar fantasías como realidades o mimar caprichosas apetencias para evitar incomodas situaciones, es el peor de los yerros que la falsa bondad comete u origina, perjudicando donde equivocadamente supone ayudar. Por eso, asumir y practicar lo que el claro y directo mensaje del verdadero despertar espiritual expresa es tan inusualmente aceptado, aunque fingidamente aceptado por unos, y, otras tantas veces sino más, sin ambages, por otros dialéctica y visceralmente rechazado. Ya que recalca cómo el apoyarse en los resultados temporal/materiales como si fuesen la base sobre la que se edifica la vivencia de la plenitud, creyendo que el Espíritu es algo así como un superhumano que amolda los acontecimientos a la particular voluntad (ego), es un tremendo y doloroso disparate, una irrealizable fantasía y un caprichoso deseo imposible de manifestar.

    Amar en este mundo es compartir (junto el abrigo, el pan y el vino) la Luz del Espíritu, según nos recordamos los unos a los unos la santidad de la eterna comunión de almas... Amar de veras( la verdadera empatía), más allá de toda duda y de cualquier interesado disimulo, es perseverar en lo esencial y pleno con alegría y fe, invitando al prójimo a esa misma perseverancia, nunca imponiéndola; antes bien, si esta Luz no es aceptada, tras dar testimonio de Ella, partir y seguir nuestro camino en paz.

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PRESENTE EN PLENITUD

    Toda corporal/mental ilusión de sufrimiento, deseo, separación y angustiosa soledad de recurrente enfrentamiento, se trasciende en la mística e inefable revelación que, merced a la rendición sincera de cualesquier afán por ser u obtener en un hipotético mañana más de lo que aquí y ahora en esencia hay, la Divina Gracia, dadivosa y benévola, al punto concede. Ya que en este mundo engañoso, cambiante y caduco no hay rendija que pueda ocultar para siempre lo inmediato de la Gracia Divina, lo eterno de nuestra sustancial naturaleza consciente de la consciencia misma de Ser -en indivisa comunión- bienaventurada Vida abarcadora de todas las vidas y de todas las cosas sin estar por ellas determinadas o, mucho menos, explicadas.

    Ni pasado ni futuro tienen consecuencias en el núcleo vivencial de Ser. Aquello que los sentidos corporales no alcanzan a percibir, pero que poderoso e ingrávido posibilita su sensoria existencia, es la realidad consistente e inacabable que sabe que todos los pensamientos egoicos por los sentidos imaginados y estructurados, ni saben ni podrán llegar a saber de verdad la Verdad. Confianza... Humildad... Entrega total de personales expectativas y remembranzas... Quietud interior... Silencio conceptual... Sagrada hermandad. Aquí y ahora, indefectible, la potente luz del Espíritu irradia desde lo hondo del alma hasta los confines del mundo y los limes del tiempo. Presencia  Insondable... Perdón... Amor... Paz... Liberación... Intemporalidad... ¡Plenitud!

    La trasparencia gloriosa en la que acaecen todos los colores, formas y aspectos Es quien brilla, nutre, eterniza y bendice, de verdad en Verdad, la existencia en completa integridad: DIOS VIVO, por su Santo Espíritu, inseparable de su Creación.

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¡ATENCIÓN! ¡OJO!

    ¡Ojo! ¡Atención! Lo pasajero engaña siempre, ya sea algo juzgado y experimentado como malo o como bueno. Valorar la perspectiva del ego y contemporizar con mundanidades, por magnificentes que se supongan y sublimicen, atasca en el sufrimiento e inutiliza y agota todos los empeños depositados en alcanzar un fantasioso porvenir, según oculta y niega la siempre presente plenitud espiritual.

    ¡Atención! ¡Ojo! Ninguna posibilidad imaginada por la mente egoica podrá llegar a manifestar una pizca de verdad. Un error siempre será un error. Las apariencias son sólo apariencias, meras entelequias simulando ser reales, fútiles deseos de ser más que lo pleno conllevando el sentirse menos. Cualquiera de esas posibilidades, justo ahora, precisamente aquí, es tan ilusoria y sustancialmente absurda como una sombra aislada buscando un cuerpo o como un crepitante fuego regando y reverdeciendo arboledas.

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LA PAZ DE ESPÍRITU, AUTÉNTICA LIBERTAD

    Si la paz no viene de dentro, de muy adentro, si no viene del alma en comunión con todas las almas, del Espíritu Santo, de DIOS VIVO, no es verdadera paz, no es auténtica libertad; tan sólo tregua, táctica, estratégica ocultación de un egoico deseo de conflicto, lleno de miedo y desasosiego, disimulado con estudiada máscara, esperando su momento para contender con la Verdad y estirar el tiempo de dolor, opresión y muerte, según elabora falaces argumentos de supuestos procesos y de imaginarios éxitos de venidera liberación en un carnal mundo transitorio y engañoso, al par que elogia y propala el empleo de arcanos, vanidosos y elitistas métodos con los que desviar la atención de la obvia, sencilla e inmediata bendición eterna del Amor, que trasciende cuerpos, carnes y sangres en la inextinguible Luz sin mácula de la Inefable Transparencia Infinita de lo Santo.

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LA SENCILLEZ DE LA PLENITUD ESPIRITUAL

    Es imprescindible una atención consciente a la consciencia misma de concienciar, una rendición total, humilde y receptiva, de lo que uno cree que él y el mundo es a un Silencio de silencios, a un Absoluto sin relatividades ni contradicciones, a la Esencia y a la Realidad de todas las cualidades y supuestas verdades, a la Fuente de todas las vidas, al Espacio Infinito de todas las cosas y a la Luz de todos los brillos, para ver más allá de los limitadores y caducos ojos de la carne (que, ciertamente, no ven la 'Totalidad De Lo Que Es').

    Pues las ficciones y los espejismos se configuran como si fuesen realidad, proyectándose sobre una identidad personal/separativa que, siendo efecto se considera causa; revistiendo la espaciosa plenitud eterna del Espíritu con constrictivas creencias de mundanas glorias y temporales erudiciones con las que se propone alcanzar la plétora en un futuro más o menos próximo, negándola, necia y engreídamente, en el presente siempre presente, justo aquí y ahora donde -inevitable y sencillamente- ya se encuentra. Porque como nos recuerda la lección 326 de 'Un Curso de Milagros', por la gracia y el Inagotable Amor Divino: "He de ser por siempre un efecto de Dios.".

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CORAZÓN INFINITO

    DIOS VIVO espera que abramos con corazón humilde y fraterno la puerta de la memoria, para, en un de súbito milagroso y luminoso presente que cancela todo posible resentimiento futuro, conducirnos incluso en el tiempo a nuestro Hogar Eterno en Su Infinito Amor.

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ILIMITADA EXISTENCIA PURA

La mirada trasparente,

esencial y honesta,

traspasa lo finito

con precisa inmediatez.

No sólo ve...

se extiende ilimitada,

abundando la plenitud misma

en la confluencia inenarrable

de todos los tiempos

y todas las tesituras.

Más que ver, es existencia pura...

un ámbito libre de escisiones;

un vacío lleno de Vida,

Amor y sagrada Comunión.

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INEXTINGUIBLE BIENAVENTURANZA DIVINA

       El tiempo nunca será un enemigo si no se idolatran las formas que en él surgen, cambian y desaparecen. DIOS es antes, durante y después de lo que en el universo acontece. Por eso, no afincarse en lo transitorio, ni ansiar especiales reconocimientos o lujos, posibilita, todo el tiempo en el tiempo, el natural despliegue de los sincrónicos milagros que el firme ambular por la intemporal vía del Espíritu (la sagrada senda a la Luz y la Plenitud) ofrece y añade, con inagotable profusión, para nuestra feliz consumación de 'Lo Inefable'.

    Pon tu confianza, toda, por tanto, en lo inmaterial y eterno, en el Espíritu y no en la carne. De seguido, lo invisible se hará más patente que lo visible; la fe será fe viva, amigable y paciente, y no la falsa fe, ciega, sorda y fanática... Y la fe viva, a su vez, fortalece e intensifica el Amor Verdadero... Y el Verdadero Amor, generoso, revela en todo su esplendor la inextinguible Bienaventuranza de DIOS VIVO en ti, en mí, en todos.

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