1.
Para abrazar y vivenciar la plenitud espiritual, primeramente hay que despedir lo que la despide.
2.
La intención y la palabra son semillas de acción que una vez germinadas (manifestadas) dan fruto según su condición. Si amorosas: paz, armonía y gozo; si egoístas: tensión, inquina y desasosiego.
3.
El presente percibido es el pasado de lo pensado. Nada cambia, si en conciencia no se cambia. Pensarse un ego es apegarse a un cuerpo nacido para morir; renunciar a semejante disparate trae, sin embargo, el intemporal recuerdo del innacido inmortal que en esencia se es.
4.
Aceptar aquello que sucede, por aciago o doloroso que sea, con calma interior, animosa valentía y humilde desenfado, es la actitud correcta para, mediante tal siembra de semillas de acción amorosa, en el momento oportuno, con sincrónica sencillez, vivenciar la plenitud espiritual.
5.
Nada que no sea la eterna Luz de DIOS en ti, en mí, en todos y en todo, es digno de ser valorado. Pues, en esa bellísima Luz eres, soy, y somos todos, en inefable comunión.
6.
Aquí y ahora el tiempo culmina y se desvanece, junto a todos sus formatos y dolorosas ilusiones, en la gloria infinita del Amor de DIOS... Lo que fue no es, y no nos afecta realmente. Sembremos, por tanto, en el presente, sobre cualquier pasado imaginado que se escenifique, la simiente amorosa que nos llena el corazón de paz, fraterna armonía y gozo de ser. De improviso y por la gracia, la plenitud llega para no eclipsarse nunca más.
KHAAM-EL
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