Es imprescindible una atención consciente a la consciencia misma de concienciar, una rendición total, humilde y receptiva, de lo que uno cree que él y el mundo es a un Silencio de silencios, a un Absoluto sin relatividades ni contradicciones, a la Esencia y a la Realidad de todas las cualidades y supuestas verdades, a la Fuente de todas las vidas, al Espacio Infinito de todas las cosas y a la Luz de todos los brillos, para ver más allá de los limitadores y caducos ojos de la carne (que, ciertamente, no ven la 'Totalidad De Lo Que Es').
Pues las ficciones y los espejismos se configuran como si fuesen realidad, proyectándose sobre una identidad personal/separativa que, siendo efecto se considera causa; revistiendo la espaciosa plenitud eterna del Espíritu con constrictivas creencias de mundanas glorias y temporales erudiciones con las que se propone alcanzar la plétora en un futuro más o menos próximo, negándola, necia y engreídamente, en el presente siempre presente, justo aquí y ahora donde -inevitable y sencillamente- ya se encuentra. Porque como nos recuerda la lección 326 de 'Un Curso de Milagros', por la gracia y el Inagotable Amor Divino: "He de ser por siempre un efecto de Dios.".
KHAAM-EL
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