El ego mira avieso en espejos de los que dice no verse reflejado, sino que trata de contemplar en ellos a otros aparte de sí perjudicándole, ofendiéndole o desdeñándole. Cree, entre muchas absurdidades y patentes contradicciones, que es justo actuar injustamente frente a lo injusto, que es lícito para obtener paz oponerle violencia a la violencia, que mentir, engañar y asustar puede serle útil para alcanzar buenos y elevados fines, que en arcanos oscurantismos puede hallar exclusivo conocimiento, poder y luz, o que separando y generando caos puede establecerse en un nuevo y mejor orden. Creencias, las recién citadas, de las más malévolas que el pensar egoico elucubra, sostiene y avala. Más, nunca ha habido ni habrá bien en el mal, congruencia en lo absurdo y contrario al sentido común, paz en lo agresivo, veracidad en lo falaz, claridad en lo tenebroso, ni amor y alegría en el odio, la confusión y el miedo.
Dejar de identificarse con el ego es mirar sin espejos, atravesar reflejos, ver sin separación el ver mismo... Espíritu Viviente... Comunión de Vida... Eternidad de Ser... Plenitud... Verdad... DIOS VIVO aquí y ahora, inmanente y trascendente a toda forma, apariencia y aspecto percibido o perceptor... Pura Gloria en Santa y Amorosísima Unicidad.
KHAAM-EL
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