
Por la constancia en la senda de la íntima paz, del Amor y la luz; en el perseverar en lo sustancial, no dejándose distraer con lo impermanente, personal y vano, encuentra uno en su interior la infinitud del Ser. Ahondando en el significado profundo de lo que se vive, no tomándose en serio las proyecciones que ha forjado de sí y del mundo como algo surgido para perecer, ya no le otorga a los deseos valor alguno, al reconocer en ellos el origen de todo sufrimiento. Y al volcar toda su atención en el presente, en lo evidente e inmediato, no se inquieta por el futuro ni se apega a ninguna interpretación personal del pasado; permanece ecuánime, libre y compasivo. Comprende que todo sucede aquí, en la consciencia presente, para perdonar sin parcialidad alguna todas las proyecciones espacio/temporales. Y lo Despierto, lo real, puro e inefable, se vivencia nuevamente como indefectiblemente manifiesto. ¡Maravilloso! Lo real en todos nosotros, en esencia y en verdad, es indivisamente manifiesto. Lo que, desde la idea egoica de nosotros y del mundo, se percibía como manifiesto, ahora, es reconocido, por su impermanecia e insubstancialidad, como no manifiesto, y, lo considerado como no manifiesto, aquí, en el centro mismo de la consciencia consciente de ser consciencia, es experimentado directamente como lo manifiesto en virtud de su eterna realidad bienaventurada. Deja, pues de darle significado a lo que percibes sujeto a cambio y significa nuevamente lo perenne y bendito, lo santo y todoabarcador, el Espíritu y no la carne.
KHAAM-EL
Manifiesta sin ambages la paz de espíritu
y el sufrimiento dejará de manifestarse en tu vida.
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