Compartamos de corazón con el prójimo en vez de rivalizar con él por el vano logro de mundanidades. Aquietemos, pues, el ímpetu personal adquiriendo el entusiasta empuje de lo universal. Todos los objetos y seres adquirirán, en nuestro fraterno contemplar, un brillo sutil e indescriptiblemente hermoso mostrándonos el núcleo sagrado que nos abarca y compenetra, que nos sustenta y alienta, allende los tiempos y aparentes circunstancias que nos suceden (por adversas o amargas que a veces pudieran llegar a ser).
Miremos sí, sin prejuicios, con inocencia... todo. Antes de cualquier posibilidad de después es como después de cualquier posibilidad de antes: Espíritu puro... Vida infraccionable e inacabable. Seamos, ahora aquí, como debe de ser, totalmente conscientes de ser conscientes estando en el tiempo sin ser del tiempo, y descubramos la libertad de no sujetarnos a directrices egoicas sobrevenidas del deseo/miedo, para así vivenciar la sustancial comunión de la vida. Tan sólo Amemos Amar y no habrá adversidad que nos impida vivir en Plenitud dentro del espejismo del tiempo, mientras tan valiente y honesta actitud nos despierta y encamina a la Luz Santa de lo intemporal.
KHAAM-EL
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