lunes, 22 de agosto de 2022

ENCAMINÉMONOS ÚNICAMENTE HACIA EL AMOR DE DIOS

    
Cuando
 por Amor, antes de hacer lo que deseamos u omitir realizar lo que tememos, hacemos lo que debemos u omitimos realizar lo que no debemos, experimentamos la paz y la dicha de saber que nuestra labor se está cumpliendo, que nosotros mismos somos consumación viva en la culminación del específico y breve tiempo que se nos ha dado en los tiempos mundanos para la plena fusión con lo intemporal, puro y sagrado. Consecuentemente, estemos atentos (que no preocupados) al presente discurrir de los acontecimientos; en ellos reconocemos cómo todo está ya trazado con benigna precisión para la consecución del Sumo Bien: la iluminación de las conciencias en la Divina Unicidad de la Consciencia Pura (DIOS VIVO). Tan sólo hay que confiar y empatizar de corazón con el prójimo... Las señales e indicadores necesarios nos acompañan y orientan en el momento adecuado. De nosotros depende, eso sí, el cumplimiento de sus inspiradoras y liberadoras sugerencias, siempre óptimas por difícil o adverso que parezca el cometido.
    Así que avancemos sin temor. No desconfiemos o nos perderemos por nuestra propia ansiedad. Caminando sin prisa, progresamos seguro. Seamos, pues, calmos de corazón y tengamos paciencia. Todas las rutas, hasta las más enrevesadas, confluyen en una misma dirección cuando seguimos la brújula del Amor, cuando somos peregrinos al Cielo en un mundo que discernimos no ser nuestro hogar.
    En definitiva, nunca hubo en lo indiviso, eterno y bienaventurado, una parte y un tiempo mejores, regulares o peores unos que otros. Quedemos en paz, ahora, aquí... todo irá bien. No juzguemos, por tanto, sendas ni senderistas y mantengámonos vigilantes a las señales que a cada cual nos acompañan sin compararlas con las del de al lado; sabiendo que seguir el rumbo de lo sagrado, bondadoso y humilde es lo correcto, útil y -finalmente- salvífico... Encaminémonos únicamente hacia el Amor de DIOS y, en un milagroso momento, sin previo aviso, a la vuelta de un recodo de nuestro cotidiano peregrinar, la Plenitud de DIOS eclosiona en nuestro más íntimo núcleo... No hay 'yo' separado de los otros, ni de lo otro... la vida se vuelve Vida, fraterna e inconmensurable Vida de eterna comunión en Espíritu y Verdad (eso Es el Amor de DIOS)... Y, felizmente constatamos, Todo Es Amor Divino Viviéndose Sin Término.

KHAAM-EL


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