En verdad es simple: no hay que aferrarse a ninguna transitoria tragicomedia particular o especial, únicamente reencontrar esa esencialidad viva que en lo inmediato ya es definitiva y trasciende -en su bendita sencillez- todo suceso temporal. En la relación con el prójimo o equivocadamente nos condenamos o atinadamente nos salvamos, según lo acusamos de nuestros propios dolores y yerros peleándonos contra él (relación especial), o, responsabilizándonos cabalmente de nuestro pensar/sentir/actuar, lo liberemos de tal acusación amándolo sin cálculos ni reproches (relación santa).
KHAAM-EL
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