martes, 5 de septiembre de 2017

LA LUZ INFINITA DE LA CONSCIENCIA *

   Justificar las demoras jamás satisfará, en lo más hondo de uno, el ánimo. Un retroceso aleja de la meta y detenerse no es avanzar. Elevarse por encima de lo personal nunca se excusará ni reprochará de forma personal. Rodear una montaña no es subirla, girar te lleva siempre hasta el punto de partida sin conducirte a nada nuevo. Dar vueltas y vueltas entorno al despertar de la consciencia, opinando y especulando acerca de ello, no tiene nada que ver con el despertar de la consciencia misma. Hablar de la felicidad no significa realmente vivirla, al igual que imaginarte no significa en absoluto que seas eso imaginado. Considerar pensamientos sin ser plenamente conscientes del considerador no produce más que desvarío, ensoñaciones y yerros. Hacer cábalas acerca de lo que en sí mismo carece de significado no garantiza nada de nada. Calcular implica la posibilidad de equivocación; por tanto hay que penetrar, sin dilación, en la sustancialidad misma del acto de consideración, pues, éste dejado al albur del capricho personal, fabrica creencias irracionales y supersticiosas que acaba tomando por leyes. Si no se está al tanto de las propias inercias, el condicionamiento se tomará por libertad, y uno creerá vivir libre mientras se atrapa, más aún, en lo condicionante. 

   Se ha de estar muy vigilante de los pensamientos para no caer bajo el influjo de pseudociencias que se autoproclaman infalibles, siendo erróneas desde sus más mínimas bases o postulados. Más, nadie puede ser engañado sin antes haberse autoengañado a sí mismo. Deja, pues, de autoengañarte (si es el caso) proyectando la culpabilidad o el mérito afuera, y asume con total consciencia la responsabilidad en tu vida. Ahonda en la consciencia con determinación y sencillez. Estate bien atento y vigilante a los juicios y opiniones que pululan por la mente considerados como propios, pues el especialismo tiene la tendencia a ser un verdadero ególatra que, como un autómata, repite patrones considerándose libre e inteligente. Más, acumular es carencia y jamás abundancia; creer saber es una suposición, no auténtico saber, y querer nunca es amar. El amor exclusivo a uno mismo, o a un otro peculiar diferenciado del resto, es la negación misma del Amor. El particularismo es pura cerrilidad intentando parecer docta.

   Contempla con honesta mirada aquello que a través tuyo mira sin dar por sentado ningún postulado personal. Cuestionarse a uno mismo en todas las cuestiones con humilde disposición, suspender todo juicio, meditar sin definirse respecto a un mundo circundante, profundizar sin expectativas en la naturaleza misma del pensamiento... abre la mente más allá de la mente. Algo o alguien, que no puede considerarse realmente alguien o algo, gozosa e inesperadamente, emerge con fuerza; la Luz de la Consciencia no deja rincones oscuros, todo es claro y diáfano, simple, fácil, nada complicado, abrumadoramente sencillo y obvio. Las palabras, todas, quedan cortas para expresar lo que se encuentra más allá de toda expresión... No es que pueda existir, o no, un dios, es que sólo hay Plenitud, Amor, Paz, Vida, Eternidad, Verdad, Bienaventuranza, Consciencia Pura... puedes llamarlo Dios, o no, aunque, en puridad, Dios es, ciertamente, Innombrable e Inconmensurable y, por eso, Cierto. Parecer no es Ser, ni un tiempo indefinido tiene nada que ver con lo eterno. Todo lo nombrable es pasajero (incluso un tiempo indefinido)... la esencia de todo es eternidad. Ahora ya es eterno... tú, todos, todo, más allá de apariencias y disolvencias, es ahora siempre en la sustancial plenitud de la Luz Infinita de la Consciencia.

KHAAM-EL




Contémplalo todo en la Luz de la Consciencia 
y sólo habrá pura y bienaventurada luminosidad rebosante de ilimitado Amor...
de infinita Paz...
de eterna Existencia en la Divina Unicidad.

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