martes, 19 de febrero de 2019

DIOS


"Esto es Ello
Y Yo soy Ello
Y Tú eres Ello
Y también lo es Eso
Y Y Él es Ello
Y Ella es Ello
y Ello es Ello
Y ya Está."

James Broughton.


   Hoy es hoy, siempre aquí, siempre ahora... desecho mis anhelos futuros y suelto mis remembranzas. Dios. No opino ni especulo acerca de Ti. Dudo de mis dudas inquisidoras de otras dudas y silencio mi particular juicio. El mundo de mis sueños se derrumba una y otra vez. Mi carne es frío sepulcro. Repudio mi repudio y niego tu lejanía al no validar ni un segundo más mis propias y exclusivas afirmaciones. Anhelo lo inefable, aquello que está más allá de todo anhelo. Dios. Al abrigo del helor de tu supuesta ausencia, mi corazón late reconfortado tras abandonar toda suposición y descansar bajo el calor que ofrece el manto de la inmediatez libre de expectativas. Silencio. Comunicación esperada... Alzo mi frágil fe para que sea bendecida con la fortaleza de los santo. Invoco a la Verdad. Clamo por el Amor. Busco dejar de buscar para expresar el significado hondo del perdón, para sentir el benigno abrazo de lo incondicional, para dejar de soñar pesadillas que soñaban inútilmente con dejar de serlo. Dios. Gracias... inesperadamente brotan de un reseco y olvidado manantial, en la honestidad de un presente totalmente rendido, gotas de renovada confianza.

   Dios. Pronuncio tu nombre innombrable en la quietud de lo inmediato. Lo pronuncio con la palabra que aspira a lo sin palabras, sólo todo devoción, con insistencia ardiente. Dios. Dios. Te imploro y no escucho Tu respuesta. Mutismo. Vacío. Calvario. Dios. El fuego consume mis ateridas entrañas y la sed reseca mi paladar anhelante de agua de vida. Dios. ¿Dónde estás? Dios ¿Dónde estoy sin ti? Dios. Sigo pronunciando ardorosamente tu innombrable nombre. Con ímpetu avasallador. Con vehemencia. Con hambre. Con esperanza. Dios. No más miedo. No más recelo. Dios. Te oro, ya sin temor. Ensombrezco mi sombra para que sólo haya tu brillo. Dios sin faz y Dios de múltiples rostros. Dios presente. Dios esquivo. Dios ausente. Dios pleno y vacío. Dios rebosante y desbordado. Dios íntimo. Dios de todos. Dios inmenso y minúsculo. Dios más allá de dioses o no dioses, de razones o sinrazones. Apasionadamente te invoco para que sea traspasado mi mísero intelecto de arrogante avidez con la sencillez de la paz, de la infinita paz mental.

   Dios. Rindo mi propio buscarte para que seas Tú quien me encuentre. Espero. Acepto. Confío.  Agradezco en oración profunda, sin palabras que quieran definirme ni definirte, un aquí y ahora sin condiciones... ¿Quién Eres? ¿Quién soy?... Y, súbitamente, Dios, mi sordera se cura y mi ceguera se sana cuando dejo de darle valor a lo que los oídos y ojos del cuerpo escuchaban y veían... al fin el Silencio que acaba con el mutismo de la palabra egoica. Desde el núcleo de los núcleos, la infinitud; en lo más hondo de lo hondo, lo elevado... Tu Palabra de Amor, Dios, me vivifica con clara rotundidad incuestionable, con prístina y bienaventurada santidad, colmando el ansia de mi incertidumbre con la certeza de lo Eterno.

   Gracias. Dios. Caigo de mi caballo desbocado. Muerde el polvo mi orgullo. Oquedad. Muere lo prescindible... sólo la esencia permanece. Dios. Mi alimento es lo ingrávido. Llenura. Renazco a lo Inefable y se desata el nudo inútil de la carne. Mi sustancia es meollo y periferia indivisible... No soy sin Ti, no Eres sin mí. ¡¡Despertar! La pedagogía evolutiva de un persona yo hacia una supuesta mejora se desmorona en la precariedad de su ilusiva hechura temporal. Lo que es, Es. Vida. Dios. Eternidad. Dios. Yo y Tú eternamente indistintos por la gracia del Amor. Todo está ahora claro. Todo brilla ahora sin velos en la Plenitud del Ser... la oscuridad no existe en la Luz, las falacias no pueden con la Verdad, las lágrimas se evaporan en el océano inacabable de la Dicha. Dios. La mirada que mira miradas o esta sujeta a lo que mira... Visión esplendente: lo inarticulado es más consistente que la configuración de mundos y galaxias... estallidos de color pintando la transparencia por breve lapso. Verbosidad callada y sereno tronar en el latir de un tiempo que no rozo siquiera un poco lo intemporal. Alegría. Paz. A Dios Gracias la nada de un yo imaginado se disuelve en su irrealidad y emerge lo sustancial. Lo esquivo no era esquivo, únicamente aparentaba serlo para ese yo inexistente. Dios siempre ha estado cerca... más cerca de mí que yo mismo. Milagro. Despertar real. Compleción. Las paradojas se resuelven sin necesidad de resolverlas en la unicidad que las trasciende... Calma. Sosiego. Bendición. No hay palabras posibles para expresar el significado último de la Palabra. Dios.

   En el resplendor inmaculado de lo Santo todas las cosas de este mundo, junto a todos sus seres pasados, presentes y futuros, refulgen. Todos, todo... somos ese fulgor. Dios. Una vieja idea se cicatriza y ya no duele más... porque en realidad no pudo realmente dolernos nunca... no somos sufrimiento; somos bienaventuranza, ilimitada bienaventuranza. No hay abandono posible... nunca hubo expulsión del Paraíso. Todo fue un pesadilla que una vez despierto no tiene enjundia ni afectó realmente al que la soñó. Gracias Dios... Soy en Ti, Eres en Mí. Divina Unicidad. El ego tan sólo un vano juicio inocuo... un soliloquio dialogado... una fugaz nube en la transparencia... un yo sin Ti que nunca fue. Dios... Únicamente existes Tú, y todos en Ti... Dios Eres Amor... Somos Amor... Todo Es Amor... Sólo existe el Amor. Amén.

KHAAM-EL



Dentro... muy dentro
en el corazón entregado
arde el fuego del Amor de Dios
que nos infinita en Él.




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