miércoles, 20 de octubre de 2021

DESENMASCARANDO EL MAREMÁGNUM EGOICO, ÉSTE PIERDE SU MALVADO INFLUJO

     Zurcir lo disperso para que asemeje unidad es prologar descosidos. Se resquebraja la lógica mundana en millares de fragmentos conceptuales, conformando un inmenso rompecabezas que con premeditada malicia y calculada estrategia, rompe las cabezas y cortocircuita los sesos de todo aquel que no se mantenga consciente de la consciencia en sí.
    El ego y su discurso lo tejemaneja todo en una amalgama de lo más variopinta tratando de encajar lo inencajable: esto con su contrario, aquello con su opuesto, lo otro con su adversario... un mareante maremágnum de proporciones desmedidas, una engreída erudición hueca y absurda, una altisonante plática pronunciada a un auditorio abarrotado de ausencias, un entramado de inconsistentes postulados intentando introducir la realidad en sus endebles y limitadas teorías de vistosa palabrería pero nulo contenido, una enciclopedia de tecnicismos, premisas y definiciones al gusto del compilador procurando el adoctrinamiento del consultante, para la obtención de un puñado de votos arañados al contrincante o la sumisión, más eficaz, de una gran cantidad de indecisos y temerosos ganados a su codicioso posicionamiento.
    Lo que es indiviso no necesita remiendos. Lo que es cierto no precisa encajar falacias o encumbrar suposiciones. Lo que es real no divaga con teorías, ni mucho menos juguetea con fantasías. Lo sencillo y humilde conoce directa e inmediatamente lo que lo complicado y arrogante ni atisba: la Divina Unicidad que en esencia todo lo sostiene y vivifica. El Amor es Verdad. Lo intemporal trasciende tiempo y formas. No identificarse con conceptos sosiega la mente y reconforta el corazón.
    Sólo seremos libres, de cierto, cuando no nos dejemos seducir por el taimado blablabeo de interesados vendedores de humo, que tasan lo que es gratis y encarecen despiadados el resto para seguir llenando sus obscenas arcas con el sudor y el dinero del prójimo, mientras señalan impúdicos a otros como los culpables de su latrocinio (tal como Nerón acusó a los cristianos del incendio por él mismo provocado) para así desviar la atención y poder salirse -malévolamente- con la suya mientras los engañados se enfrentan entre ellos.

KHAAM-EL

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