Más allá de lo particular y mundanamente considerado bueno o malo, la armonía de lo Sagrado con cuidada sutileza instruye, libera e ilumina. Por eso, y no por mero azar o capricho, la vida humana unas veces embelesa y fascina mientras otras agita y sacude; ambos extremos, en su nucleica perplejidad, ayudan a erradicar los enojosos límites con los que el pensamiento egoico pretendía estancarnos, controlarnos, atemorizarnos y embaucarnos.
En toda circunstancia, lugar y tiempo, lo inesperado (sabiamente orquestado por lo Sagrado) contenta cuando la sorpresa es grata y desespera si ésta por el contrario es ingrata, mas siempre asombra y desubica, impeliendo a rendir y reconfigurar las temerosas inercias de pensamiento hasta ese momento inconscientemente acostumbradas. Y así, no temiendo ser plenamente humano, encuentro a desencuentro, suceso a suceso, risa a llanto, éxito a fracaso, despojarnos de todas las egoicas impurezas que, apegadas a la breve carne, ocultaban la luz pura de nuestro común y armonioso ser eterno, pleno y espiritual.
KHAAM-EL
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