Cuando la mirada se ancla o recrea en el pasado no conoce el presente y malogra el futuro. Quedemos en paz con nuestras historias personales. No las removamos sino para bendecirlas. Todas las etapas de una vida tienen su 'por qué' y su 'para qué' sagrados. Avancemos, por tanto, la senda humana perdonando y soltando los dolorosos 'por qué' y encaminémonos resueltos a sus 'para qué'.
Cristo es nuestro más leal amigo, nuestro siempre seguro consejero, nuestro certero guía, nuestra razón y corazón últimos.
Mantengamos la mirada limpia y amplia. Todo es para el Reino de los Cielos, para el Amor Infinito, para la comunión de Espíritu, para la eterna gloria de DIOS VIVO en la humildad de nuestra cotidiana convivencia, sin juicios ni prejuicios que sobrecarguen nuestra ya de por sí pesada existencia temporal. Ese encuentro íntimo con la infinitud del Amor y Gloria de DIOS VIVO debe ser nuestro único objetivo y, a su vez -por la gracia-, nuestra más esencial misión; la de extender el crucial mensaje resucitador de Cristo los unos a los unos, para alcanzar nuestra común plenitud. Cualquier otra meta y manera de relacionarnos no es pura, santa ni generosa, sino adulterada, inclemente e interesada, siendo su resultado desunión y destrucción.
KHAAM-EL
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