sábado, 1 de agosto de 2020

LA PLENITUD SE DA Y SE EXTIENDE POR SU PROPIA PLENITUD

   Céntrate en lo que une y no te descentres con periféricos minicentros que se presentan como máximos en su separativa comparación. Sí, no te atribules con planes personales surgidos del deseo, la ira o la codicia. Frena los impulsos que surgen de resentimiento o el temor. Sé ecuánime y no te fracciones fraccionándolo todo con los juicios del ego que, en vez de traer concordia, acusan, atacan y segregan. Mantén la esperanza en el presente y verás las señales que a tu alrededor te marcan la senda a seguir. El camino siempre está iluminado aunque sea noche cerrada. Las señales e indicaciones necesarias te acompañan y guían si sabes mirar, puesto que no hay nada separado del Amor de Dios. Todo ya está trazado para tu feliz llegada a la plenitud. Tan sólo has de estar atento y confiado, perseverante e inspirado, y el viaje consuma su destino sin irresolubles inconvenientes ni retrasos innecesarios. Por tanto, ve siempre liviano y no te cargues con memorias de dolor; suéltalas, el pasado ya no está... no lo repitas en tu vida por llevarlo a cuestas. Camina sin temor. No desconfíes o te perderás por tu propia ansiedad. No tengas tampoco prisa, o te equivocarás y llegarás más tarde que pronto. Ten paciencia. Todas las rutas se funden en una sola ruta si sabes mirar con profundidad. No puede haber ni mejor, ni regular, ni peor, cuando el resultado final es inevitablemente bienaventuranza infinita. No juzgues, por tanto tu senda, y mantente atento a las señales que te acompañan. Ahora vivencias -por la gracia- que todo irá bien, sencillamente porque ya no te peleas entre supuestos antagonismos que siempre traían el mismo resquemor. 

  Si no ignoras por más tiempo que el saber del ego es ignorancia, sabrás lo que de veras es saber en este preciso instante y, cuando sabes que tu labor se está cumpliendo, tú mismo, sin la menor duda, eres plenitud de vida y culminación. No te disperses en tu acción amorosa escuchando al miedo y abjura por completo de éste para que únicamente quede el Amor. Disfruta, por tanto, en paz de la paz de espíritu... Aquieta tu inquietud no enfureciéndote contra su volátil consistencia y no se alimentará de tu ataque. Ahonda. Medita. No te encolerices y lo esencial brillará en medio del espesor de las dudas, trayéndote claridad y certeza. Ama y haz lo que quieras como decía San Agustín, porque es imposible errar o extraviarse cuando hay sincero Amor... Éste es principio y final, comunión sagrada, unicidad bendita, plenitud y vida... un bellísimo himno de alabanza a Dios y Su perfección. Cumple pues tu función. Camina sin miedo hasta el final. Deja que suene a través tuyo la música que Dios Mismo quiere que en ti suene y fúndete finalmente agradecido y feliz en Él... todo conduce a la culminación de tu labor aquí si sabes escuchar las señales que suenan por doquier, cual campanas celestiales, o vislumbras los signos que asoman en tu vida como luceros iluminando, súbitamente, la dirección a seguir para tu bien, el bien de tu prójimo y para mayor gloria de Dios. Es sencillo, acepta el presente en toda su honda dimensión, en toda su infraccionable amplitud, en toda su próspera vacuidad de ilusiones, en toda su humilde comunión de almas... Permanece en el instante. No huyas de tu destino gozoso de unicidad sagrada por ignorar la plenitud de vida y palpitará en tu corazón la culminación de lo Santo siempre ahora, siempre aquí. No te protejas con defensas que te aprisionan y da todo el Amor que eres... ¡Gracias! Sólo hay Amor... sí, toda la vida en Él culmina. Gracias, pues, por ser quien eres. No lo olvides y recuérdale a tu prójimo, desde la plenitud que en tu alma rebosa, quién es junto contigo..., y sé libre y feliz dando siempre lo esencial y eterno: ese Amor auténtico de ser feliz con la felicidad del prójimo y de recordársela cuando la olvida al identificarse con quien en lo sustancial no es. Da, da y da... y siempre tendrás para seguir compartiendo.

KHAAM-EL




Dando lo esencial 
(la felicidad de sabernos uno en la felicidad del prójimo) 
sabemos que siempre tendremos la felicidad reconocida.
Deshaz, pues, todos los carentes pensamientos del ego
no validando su exigente atención de demanda constante
y da, da y da con generosa alegría la bendición de lo Santo;
encontrarás la Plenitud de Vida justo aquí y ahora,
en el Perfecto Amor de Dios
que en la paz de tu mente se revela
como tuyo y de tod@s...



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