lunes, 31 de agosto de 2020

OBSERVACIÓN, REFLEXIÓN, PRÁCTICA, CONSTATACIÓN

   Es absurdo considerar sabido lo que en justicia sólo se supone o imagina. Ni imaginar es crear ni teorizar es conocer. Comprende que idolatrar la ciencia es caer en nuevos dogmatismos, tan nefastos como los antiguos, que transigen con contradicciones y vaguedades, dejándolas de lado como si no tuvieran importancia, para edificar sólidas explicaciones claramente inconsistentes para la mirada ecuánime y desapegada. Nunca se recordará lo suficiente en este mundo insuficiente por la engreída arrogancia de la erudición o el fanatismo, la enseñanza que Buda nos dejó para todo aquel que de veras quiera ahondar en lo esencial y veraz, en aquello que abarca lo aparente y lo trasciende: "No creas en algo simplemente porque lo has escuchado. No creas en algo simplemente porque muchos lo dicen y se rumorea. No creas en algo simplemente porque está escrito en libros religiosos. No creas en algo simplemente por la autoridad de tus maestros y ancianos. No creas en las tradiciones solamente porque han sido transmitidas por generaciones. más bien, después de la observación y análisis, cuando te encuentres con algo que está de acuerdo con la razón y conduce al bien y al beneficio de todos y cada uno, entonces acéptalo y vive conforme a ello."

   He constatado por vivencia directa que el miedo no ayuda a resolver nada sino todo lo contrario, lo agrava. Que la meditación, la oración y el apartamiento de mí como alguien especial aperturan una consciencia pura, inmediata, inacabable e indivisa. Una vez esa comprensión y vivencia se convierte en acción desplegada, la paz de espíritu desaloja con rotunda eficacia a la angustia a la vez que la dicha por la dicha misma acaba sin ambages con los pesares de las expectativas siempre frustradas. Uno es libre de pronto de las trampas del ego, que queda fulminado para siempre a la luz de la Verdad. El Amor (el auténtico) reubica las relaciones, pasando de ser de uso y abuso a libres y conscientes... nada en particular se busca ahora en ellas, sencilla y naturalmente se dirigen a lo esencial, a lo sutil, a lo eterno, a lo que las unifica allende lo mundano y transitorio. Si éstas se unen a lo sustancial e inefable, perfecto; y si no, está bien, paciencia. Más cuando éstas se niegan u oponen a lo puro y espiritual, no pasa nada, adiós sin medias tintas con un hasta siempre en el corazón. El aparatoso lugar del miedo se resquebraja convirtiéndose en nada de nada. Todo se vuelve fácil incluso en medio de las mayores dificultades; la gracia lo conduce todo y no hay por qué preocuparse... todo regresa a antes de cualquier antes, a la plenitud infraccionable. Lo sagrado se hace patente, nítido, obvio y evidente más allá de toda duda, mientras que lo profano pierde todo su anterior atractivo al contemplarse en todo su grotesco absurdo y toda su mendaz insidia. Despedirse sin contemplaciones de lo egoico es darle la bienvenida a la inegoísta plenitud de la Divina Unicidad, a la nirvánica vacuidad de todo lo conceptual. Por tanto, amig@, si esta ilimitud que he descrito lo mejor que he podido con el limitado lenguaje de las palabras no la has vivido, no te pido, ni espero, que te la creas sin observación previa, ni tampoco que aceptes esta disertación por inercia o porque suena bien, ni que me sigas o aplaudas porque parezco un entendido en temas espirituales; mas tampoco que la niegues, la desdeñes o me abuchees a la ligera, sino que la reflexiones con consciencia y entonces, y sólo entonces, si lo consideras oportuno, la practiques... Únicamente es en la práctica como comprobarás su realidad... Y, como dijo Buda, ésto "está de acuerdo con la razón y conduce al bien y al beneficio de todos y cada uno" porque en lo aquí expresado, sin duda, tu bien es mi bien al igual que mi bien es tu bien. No temas. No desfallezcas. Persevera. "La práctica hace maestros."

KHAAM-EL



Contempla con compasión 
todo lo que bajo tus sentidos percibes
y te elevarás muy por encima de lo ilusorio,
hasta la nirvánica esencia de la Divina Unicidad,
hasta la bendición infinita de lo inconmensurable e incalificable,
hasta la pura consciencia (vacía de conceptos) que nunca fue lo perceptible.



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