1.
Lo que es, al ser, no puede dejar de ser. Por tanto, aquello que por un tiempo ha sido o será, aquello que nace y perece, aquello que surge y desaparece, el mundo y sus cambiantes formas, no es. Más, eso que de cierto somos, no es cuerpo ni intelecto, es pura y perenne ilimitud de vivencia en comunión.
2.
Descender para retornar a lo alto. Abjurar del ego. Acoger al prójimo como a un hermano. Renunciar al orgullo. No apegarse a las cosas del mundo tal como un peregrino no se establece en una posada, ni da un paso atrás en su determinado propósito de llegar a lo sagrado.
3.
Fuego purificador enciende el alma entregada al inagotable Amor de DIOS. Toda impureza se desintegra en humo, todo mezquino yoísmo es hecho cenizas, toda mundana aspiración se disipa flameando en pos de lo eterno... quedando a la luz, libre de toda egoica ligadura, la preciada gema de la plenitud espiritual.
4.
Nada que no sea eterno tiene verdadero sentido ni posee sólida naturaleza. Aun siendo importante el cuerpo, lo de cierto crucial e imprescindible es el alma (el meollo imperecedero de la consciencia viva), muchísimo más que el transitorio instrumento por el que ella, por un tiempo en el tiempo, se expresa y convive; puesto que un vehículo sin conductor carece de vital propósito, permaneciendo inmóvil hasta que el conductor entra en él y lo maneja.
5.
No hay límites donde hay Amor. No hay impedimentos donde hay Fe. No hay retrocesos donde hay Constancia. No hay tinieblas donde hay Verdad.
6.
Ahora, aquí, Presencia Inefable... Luz.
Aquí, ahora, Inefable Presencia... Amor.
KHAAM-EL
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