Quietud interna, revelación inefable. Cuando escucha el entendimiento -en humilde y atento silencio- lo que aquí y ahora en esencia hay, y habla la mirada desde las honduras del alma, se trasparentan los cuerpos y objetos hasta revelar la Luz del Espíritu que los alienta, sustenta y plenifica. La realidad -en su infinita completitud- perdura inafectada a toda la inestable limitación de la ilusoriedad temporaria.
DIOS ES. Y lo sustancial en todos y en todo, en sublime e indestructible comunión, también. En esto se asienta la Plenitud Divina, irradiando desde Sí, en Sí, por Sí y para Sí, paz, dicha y bendición eternas.
KHAAM-EL
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