Cuando el peso del cuerpo reclama nuestra atención y nos alarma con malestares que exigen preocupación, atendamos al presente en sí; a este instante tal cual es en su silenciosa quietud envolvente de trajines y pensamientos. Una luz alborea entonces en lo hondo de la conciencia, un entendimiento sin palabras que acepta lo sobrevenido, y, trascendiendo el cuerpo/mente, plenifica la vida y le da espiritual sentido justo aquí, precisamente ahora... La insidiosa tentación a la queja y el miedo desaparecen sin necesidad de saber cómo; paz, gozo y amor quedan en su lugar. Todo está bien. Nuestro verdadero Hogar no es del mundo, ni se encuentra sujeto a tiempo y circunstancias. La comunicación con DIOS VIVO sólo parece interrumpirla un afán egoico que no somos. Desechemos creer ser quien no somos (carne mortal); y quién sí somos, el Hijo de DIOS (Espíritu inmortal), se sabrá infinitamente amado incluso en la imaginada condición temporal ausente de Amor (pero tomada por muy real). ¡Bendiciones, amigo/a! Sólo podemos Amar/Nos.
No fabriquemos, por tanto, otro ciclo infernal de frenéticas actividades ombliguistas disfrazadas de solidarias, y asumamos de inmediato la completa responsabilidad de nuestro vivir: valientemente, honestamente, fraternamente, sin miedos, libres de apegos o recelos; de Corazón sagrado a Corazón sagrado. Que nuestro sí sea sí, y nuestro no, no. La Verdad y el Amor siempre como origen y destino de/en nuestras relaciones (incluida, por supuesto, la que tenemos con nosotros mismos). No habrá enfermedad, malestar, circunstancia adversa, tentación sugerente, o la mismísima muerte corporal, que puedan impedirnos la consumación de la Eterna Plenitud Espiritual.
Abrazo del Alma, amigo/a, todo nos fue en esencia Bien. Tan sólo hay que perseverar en el santo anhelo del Reino de DIOS y Su Justicia, por encima de pequeños reinos propios y de sus 'miopes justicias' perpetuadores de las graves disensiones e injusticias que asolan el mundo. El resto, como nos dijo Jesús de Nazaret: "vendrá por añadidura."
KHAAM-EL