Sólidas piedras de devoción junto a coloridos rosetones de oración y meditación, envueltos por la potente luminosidad de la genuina aspiración a lo eterno, puro e inefable, edifican la Catedral del Espíritu, en la que un santo coro viviente, al son de una sentida e inspirada sinfonía de gloria y bendición, canta Aleluyas jubiloso a la Divina Unicidad de la Creación de DIOS VIVO.
Y esa Catedral del Espíritu, y ese santo coro viviente que canta jubiloso Aleluyas, y esa sentida e inspirada sinfonía de comunión, y esa Divina Unicidad de la Creación de DIOS VIVO, incontenible, palpita en lo más hondo de las almas, en lo más silencioso de la mente, en lo más fraterno del corazón, en lo más sutil del aquí y ahora, en plenitud; eternamente en ti, en mí, en todos, en todo.
Ahonda, medita, ora, ama, persevera... Inenarrable es el Despertar a la Compleción de la VIDA ETERNA.
KHAAM-EL
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