NO HAY OSCURIDAD QUE OBSTACULICE LA LUZ

    Aun la caverna más profunda, laberíntica y tenebrosa no puede ocultar lo que en sus entrañas hay, en cuanto se adentra en ella la luz. Y la luz de la conciencia alumbra tanto al mundo como a uno mismo, siendo con ella consciente de ambos. ¿Quién soy? ¿Quién es el otro y qué es lo otro? ¿Quién es el veedor del que ve el mundo y a su vez se ve a sí mismo? He ahí la dirección de observación y penetración para el deshacimiento de las ilusiones que generan sufrimiento y muerte, y consumar nuestro Despertar a la Verdad y la Vida Eterna.

    No hay espejismo e inconsciencia, por automáticos y disimulados que estén, que obstaculice a la Consciencia Pura cuando Ésta los alumbra; mas, si uno no quiere mirarse con honestidad y humildad (como nos señala Jesús de Nazaret en Mateo 6, 22-23), la tiniebla del espejismo e inconsciencia egoicos serán tomados por luz, y lo que uno cree saber y comprender no serán más que vanidades y yerros que entenebrecen más si cabe la tiniebla propia, y, por extensión, la del mundo.

    Por tanto, no temamos mirar con la luz de la consciencia consciente los recovecos de la mente. Ahondemos. Meditemos. No atendamos a ese deseo/temor que quiere que nos distraigamos de lo esencial llevándonos hacia lo superficial. Perseveremos. Mantengámonos firmes en nuestro contemplar nuestra contemplación. Iluminemos así, el fondo de nuestros fondos... Descubriremos el Tesoro de tesoros: el ego no es real. No hay egos, sino la plenitud de Ser, la libertad de trascender lo carnal, la inmensidad de no depender del tiempo, la gloria de la Divina Unicidad en Espíritu y Verdad.

    Atravesemos pues, amigo/a, sin más dilación, con pleno empeño, las egoicas capas de deseo/miedo que estorban el encuentro íntimo con el Amor Infinito de DIOS VIVO... Ahí, somos todos Uno, incluso en lo aparentemente separado; ahí somos todos bienaventurados, incluso en lo presuntamente doloroso y arduo; ahí somos todos inmortales, incluso en lo supuestamente mortal.

KHAAM-EL