La gloria que el mundo ofrece es traicionera y efímera, vana e insatisfactoria; una empinada escalera a ninguna parte, con un vistoso trono de papel que en cuanto alguien se sienta en él: forzosamente cae. Y sus mieles en hiel mudan. Y sus aplausos en indiferencia -sino en abucheo- tornan. Y su ufana euforia en angustia y pesar deviene. Y sus egoístas y autocomplacientes mentiras al desastre finalmente conducen. Y su orgullo en vergonzosa sensación se transforma. Y sus riquezas en cárcel de oro trocan. Y su astuta malicia en el propio cadalso se convierte. Y en una muerte en vida su endeble reino se convierte, lleno de tensión, resentimiento y profundo temor. Únicamente la humildad y bondad de corazón hermana y plenifica el alma, uniéndonos a los unos con los unos en el Reino de los Cielos. Revelándonos el indestructible poder del Amor, la Verdad y la Vida Eterna del Espíritu, como inagotables y sagradas expresiones de la gloria de DIOS VIVO, en la que todos (sin necesidad o ansia de descollar, acopiar o domeñar) somos Uno en indisoluble comunión.
KHAAM-EL
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