Prende la inapagable llama de la Verdad en el corazón, haciéndonos libres de las férreas cadenas que nos identificaban mentirosamente con la carne, el tiempo y la muerte, cuando se retira la atención de lo personal divisor dirigiéndola a lo universal y pleno, cuando se abjura de embustes e insidias como métodos para obtener fines, cuando se aprende y comprende lo esencial desprendiéndose uno del engalanado aderezo de lo fútil, cuando se acepta la propia
responsabilidad en el íntimo sentir vital dejando de señalar a otros como causantes de nuestra desdicha o infortunio, cuando se repudia la vanidad y se desdeñan las tentadoras lisonjas al advertir su ponzoñosa índole, cuando se valora el fraterno compartir por encima del egoísta competir, cuando se está presente a lo que hay, a lo que es, no divagando con conjeturas futuras o suspicacias pretéritas y cuando frente a los embates de la adversidad no se escucha al miedo, escogiendo decididamente, y sin fisuras, Amar. Entonces, y sólo entonces, podremos extender y enseñar la indubitable vivencia de lo perenne, veraz, indiviso, vacío de espejismos, y, por consiguiente, ciertamente valioso.
KHAAM-EL
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