Nadie está en este mundo para siempre, mientras que el Amor de Dios es eterno y liberador de toda atadura de la carne. En consecuencia, por encima de todas las cosas del mundo se encuentra Dios. Seamos, pues, humildes peregrinos y dirijámonos con todo nuestro ser hacia Él. Por eso te insto a que no montes tu hogar en lo perecedero y atravieses este mundo con paso firme y confiado. La gracia acompaña e ilumina siempre la senda a todo aquel que se desprende del ajetreo y el acopio mundano; y que, con profunda humildad, sin grandes preparativos ni grandilocuentes planes personales, se encamina, ligero de equipaje, allende todos los ardores funestos del deseo. No tengas miedo, no sea que desvíes el camino. Te fe en la promesa de Redención. La esperanza brilla, por la gracia, en medio de las tinieblas, señalando el paso siguiente a dar con infalible precisión; porque, todo se muestra en el momento oportuno a quien confía en la providencia divina y sólo busca el bien de todos para mayor gloria de Dios. Así es, nada puede fallar... un paso y después el otro, con paciencia y gratitud. Ora y camina... peregrina hacia Dios, hasta los santos ámbitos de Su misericordia, en los que jubiloso el ardor estalla en plenitud para todos... Sí, en verdad, es afortunado aquel que deja de buscar su propia fortuna y comparte de corazón con su prójimo, junto a su pan y vino, la confianza en Dios a lo largo y ancho de todo el camino.
Confía en la dirección de la consciencia presente, clara hacia lo esencial y puro. Recuerda que no somos más que peregrinos en este mundo. No desvíes tus pasos hacia lo transitorio, por seductor que asome en algunos trechos del camino, y nunca más las tinieblas del opresivo ego te sumirán en infiernos de pesar, confusión y muerte. Mantente sólido en la fe y persevera sin resistencia en la dirección que señala el corazón... directo hacia Dios. Todo va a ir bien, sí. ¡Grita de júbilo! Vive en la alegría del perdón y la fraternidad esencial de extender y compartir la pureza del Espíritu. No te detengas más que para lo imprescindible y camina hasta el final de todos los fines. No te distraigas con asuntos del mundo o tu vida no habrá servido para nada; pues, cuando menos se espera, para el devoto fiel, bondadoso, paciente y en verdad generoso, su alma es alzada de la carne y devuelta, ¡oh Milagro de milagros! a la Luz de la verdad, a la eterna paz e inconmensurable dicha celestial del perfecto Amor de Dios.
KHAAM-EL
La letra que canta en este vídeo el coro final en la ópera Tannhauser de Richard Wagner dice:
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