En un instante se derrama sobre los eones la gracia del Imperecedero
desbaratando cualquier hegemonía de profana intención.
El tiempo que devora los tiempos ha llegado
como ladrón en la noche.
Quien no esté alerta será engullido por la vorágine
del encrespado océano que embate las desguarnecidas costas
del confort y la indolencia humanamente inhumanas;
más quien con Amor viva, desprendido de mundanos apegos,
y su alma a lo más Santo aspire con honesta actitud
nada ha de lamentar, nada ha de injuriar,
nada ha de temer, pues todo va a recibir allende las apariencias.
No será seducido por el timador ni desvalijado por el inclemente
el peregrino que camina por el mundo sabiéndolo tierra extraña.
Lo escondido sale a la luz, lo enmascarado se desenmascara,
la mentira y el engaño que traían tanto daño y dolor
no consiguen ya justificarse, y menos aún perpetuarse
bajo el cenit indeclinable de la Verdad y la Vida.
Frenado el empuje de los imperios, gobernados por unas impías élites,
y derrotada su feroz arrogancia punitiva disfrazada de superior saber,
caen sus autoencumbradas bajezas a lo más profundo de los abismos.
Ahora, atada y bien atada, la Nueva Alianza con el DIOS Vivo
de bienandanza colma al alma, y con Su paz de espíritu une y libera
de la opresiva y disgregadora angustia que lo meramente carnal infligía.
Ahora, desanudado el vínculo con la serpiente
el Paraíso se vislumbra virgen e incólume
en el centro mismo del Corazón, en el núcleo mismo de lo existente.
Ahora, bendecida y bien bendecida, la vida
es resucitada para no conocer deterioro ni muerte,
comulgando feliz en la plenitud de la Divina Unicidad.
Se vierte, ahora, sobre los humildes y confiados la bienaventuranza última y definitiva:
Felices los que no ensalzaron el mundo, pues ellos serán del fango alzados al Cielo.
KHAAM-EL
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