Siempre es antes que el aprendiz y su aprendizaje, el Saber; y en Éste (completo per se) nada hay que precise explicarse, adquirirse o desprenderse, salvo que haya Éste negado su propia naturaleza estableciendo otra (ego), imaginaria, descendida, separada y ajena a sí mismo, temerosamente necesitada de recobrar lo ahora desconocido y arcano, engañosamente percibido como potencialmente amenazante. La común comunicación escrita o hablada surge, por tanto, de la ignorancia; y ésta del previo olvido de lo conocido, ensoñando un universo de principios y finales, de vigores y enfermedades, de riquezas y miserias, de bondades y vilezas, de supersticiones y escepticismos, de enseñantes y pupilos, de ciencias y letras, de nacimientos y muertes. Pero, con el ego y sus cambiantes teorías tomadas como firmes corolarios, tras múltiples errores, torpezas y vanidades que confundían mayormente, únicamente puede alcanzarse a comprender que nada se sabe o sabrá con certeza.
Más este escalón de descenso, si uno voltea la dirección tomada, reconociendo -humilde- la falsedad del propio imaginado y asimilado ego, acusador de los demás y del mundo para excusarse ante sí de sus particulares limitaciones, orgullos y faltas, se convierte en escalón de ascenso, cobrando una nueva dimensión la comunicación, al adquirir el santo propósito de aceptar la Verdad por encima de la idea de uno mismo. Y así, de entre tantas efímeras ilusiones, dolorosas falsedades y viejos artificios, volver a ser de veras.
De pronto, todo cambia sin necesidad de cambiar. El perdón sucede espontáneo tanto hacia uno como hacia el mundo. Es entonces cuando, sincrónica e inevitablemente, el Maestro nos encuentra y ayuda a recordar aquello que está más allá de la débil y nebulosa memoria egoica: la Divina Unicidad de la vida en espíritu y eternidad. Que Él mora en ti y en todos. Que el Saber que la Verdad es Amor y el Amor es Verdad es inherente a Nos, y cómo desde lo más hondo Él se comunica con uno y con los unos que todos somos en UNO sin opuesto... DIOS VIVO es la Vida de nuestra vida, la Plenitud que disuelve y trasciende nuestra aparente y aparatosa finitud.
Nada hay pues, amigo/a, que temer, y sí mucho que en esencia atender y en apariencia desatender. El resto, como la luz del sol sale todas las mañanas, viene por añadidura. Como dice el adagio: "cuando el alumno está preparado, aparece el maestro."
KHAAM-EL
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