Cuando, ante la contrariedad y la calamidad de la pérdida de un ser amado, confiamos en DIOS VIVO y no desesperamos o airamos contra lo sucedido, recordando agradecidos los momentos vividos con hondura, amor y alegría, los obstáculos y problemas resueltos codo con codo, las tristezas superadas por el mutuo apoyo, etc. lo eterno se revela evidente, luminoso, liberador (el más grande de los milagros: la eterna e irrompible comunión de almas). Como la fragancia de las flores del campo, la sutileza de su espíritu libre del yugo de la carne perfuma nuestro corazón, y, tal que el vivaz trino de los pájaros al amanecer, el canto de su alma canta junto con la nuestra, ofreciendo inspiración, buen consejo y bendición. Desde aquí a la inmensidad, en el cuarto aniversario de tu nacimiento en el Cielo, un abrazo de almas, hermano.
KHAAM-EL
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