
Arraigarse con Amor en el presente, hace florecer el corazón hasta el fin del tiempo según recibe la luz de la gracia, merced al total abandono de la soberbia de lo egoico. Inclinarse con fe y paciencia ante lo sublime, bendito e inasible, ante Dios y Su Plenitud, redime al alma de su sueño de angustia, desesperación y muerte. Ciertamente, vivir con fe viva calma la mente y apertura el corazón hacia nuestro prójimo. Por eso, no hay mayor sosiego que aceptar este instante en su completud y extender a tod@s la unicidad esencial que lo sustancia. Vive, pues, con esperanza y comparte la alegría de compartir desde un corazón feliz y en paz. Persevera en el Amor, medita con serena actitud, ora con espíritu fraterno, mantente firme en la confianza de saberte guiado por la luz de Dios. Si se lo pides, Él responde siempre desde el Amor infinito y Su no condena. Permanece atento a lo esencial siendo presencia presente siempre dispuesta a compartirse sin medida... Y, semejante fe, palpitante de vida, de vida plena y eterna, en su sincera e inocente expresión colmará tu alma de bendiciones ilimitadas para repartir allí donde de veras se precisen, para que quien se creía separado y desconsolado (tu prójimo que es uno contigo y con todos) vuelva a sentir la bienaventuranza de su inseparable unicidad con lo Divino.
KHAAM-EL
Recuerda: "el que pide recibe."
Pide verdadera fe
y en ella vivirás por siempre lleno de gozo.
Sal de tu apego a lo separado
y vive en el milagro del Amor...
Dios es no dos.
La separación es un sueño infernal
que en Su Plenitud ya ha sido perdonado.
Únete a lo esencial...
No te demores con lo transitorio;
perdona de corazón, comparte sin temor
y retorna a la Bienaventuranza de Ser
uno en/con La Divina Unicidad.
Recuerda: "el que pide recibe."
Pide verdadera fe
y en ella vivirás por siempre lleno de gozo.
Sal de tu apego a lo separado
y vive en el milagro del Amor...
Dios es no dos.
La separación es un sueño infernal
que en Su Plenitud ya ha sido perdonado.
Únete a lo esencial...
No te demores con lo transitorio;
perdona de corazón, comparte sin temor
y retorna a la Bienaventuranza de Ser
uno en/con La Divina Unicidad.
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