sábado, 14 de septiembre de 2019

ACERCA DEL EGO (Reedición revisada)

                                                                                                 Reedito a continuación un escrito que considero oportuno volver a publicar por la claridad que aporta mostrando la naturaleza ilusoria del ego y en el que se recalca que si no hay plena atención éste parece real por la diversidad de las máscaras con las que se esconde y disfraza:
  "Jesús le preguntó: ¿Cuál es tu nombre? Y el endemoniado le contestó: Mi nombre es Legión, porque somos muchos". 
Marcos, 5-9

* * * * *

   Una conciencia que experimenta inconsciencias es un sueño de la Consciencia; espejismo éste, donde proyecta erróneamente que la Mente (la Consciencia en la que suceden los pensamientos) es esos múltiples pensamientos y, en consecuencia, esta falaz identificación tomada por cierta, fabrica la dolorosa sensación de mentes separadas en la que cada una está aislada de las demás; y ahora se pierden en la funesta noción de que cada una de ellas un ente particular y especial (ego). Por esto, una mente que imagina muchas percibe distancias, tiempos, cuerpos, mundos y cosmogonías, problemas a resolver junto a complicadas soluciones que traen nuevas problemáticas, diversiones que en su diversificación comparativa acaban por aburrir (exceso) o doler (carencia), palabras que acumulan más palabras conceptualizando la experiencia en detrimento de la inmediatez de la vida, imágenes que imaginan más imágenes buscando una imposible imagen definitiva, esoterismos que esconden absurdamente aquello que proclaman luminoso, recelos que anhelan amor pero temen darlo, triunfos efímeros que nada resuelven en su frenética carrera a ninguna parte, desconfiadas alianzas que se rompen por naderías tomadas como imperdonables afrentas. Bla, bla, bla, bla...

  No ser lo que se Es es una fantasía, nunca una realidad. Ser muchos separados en uno es una locura, una dolorosa y delirante interpretación de la identidad que altera la paz mental, distorsionando el presente con mil y un conceptos -seductores unos, aterradores otros- pero, en última instancia, conflictivos entre sí. Eso es el ego: una multiplicidad, escindida y divisora, que se autoproclama 'yo' erigiéndose como rector y juez de lo que él llama 'su' vida; mas querer intermediar con lo contradictorio y divisor es perecer en ello, porque lo fraccionado jamás querrá ceder su minúsculo punto de vista y, en sus defensivas justificaciones, atacará sin miramientos. Como señala 'Un Curso de Milagros' "no se pueden unir dos mundos". En consecuencia, no le otorgues solidez a la multitud de pensamientos que proclaman estar unidos en una poderosa Legión o serás derrotado en esa batalla interna que sólo te traerá desesperanza, angustia, ira, vergüenza y una profunda desolación. Aquiétate... escucha el ahora libre de cargas y juicios. No guerrees más. Pon Consciente Consciencia y no te ausentes más de la Luz de la Verdad, de la Plenitud del Amor. Y dile al ego, con rotundidad: NO. Apacíguate... contempla el ahora sin reminiscencias pasadas, sin expectativas futuras. Apela a la unicidad en ti. Y dile, con sinceridad, al Cristo en ti: SÍ. 

   Permítele a lo santo que te salve del ego, de esa identidad ficticia que fabricaste con temor y que se convirtió, mediante el apego en una angustia de avidez y culpabilidad, en tu más implacable carcelero; para, después, convertirse en un cruel verdugo que te condena, sin piedad alguna, a sufrir y morir. Deja atrás cualquier apego o rechazo, queda en paz y confía únicamente en lo santo con todo tu corazón, con toda tu mente, con todo ser, y descubre cómo el éxito en el mundo también es -en el fondo- un rotundo fracaso al estar éste irremediablemente condenado a desaparecer en su fraccionada, transitoria e inestable hechura. Por eso, déjale al presente mostrarte lo santo, esa plenitud de la vida -verdadera y eterna- que aquí y ahora Es, aceptando humildemente su amorosa corrección en el silencio de la mente, en el vacío espacioso del instante plenamente consciente... Verás como el ocaso del ego es el brillo del Espíritu y que en la muerte de la muerte, en el fin del ego y su delirante escisión múltiple, hallas sencillamente: eternidad e infinitud, comunión con lo divino, bienaventuranza, libertad, pureza e inocencia, radiante conciencia, paz y certeza... Divina Unicidad.

KHAAM-EL



Aquieta tu pensar no identificándote con su vaivén
y la luz de Cristo te unificará con el eterno Amor de Dios
al desvanecer por completo la ilusión del ego.




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