Abierto hasta lo insondable e indecible, el Cielo -en su Divina Plenitud- aguarda, para reconfortar todas las pesadumbres y enjugar todas las lágrimas, a todos aquellos que libre y voluntariamente renuncian con cabal consciencia a la estrecha (pero seductora) manera de pensar egoica; al reconocerla tal y como es: limitada en su separativo y exclusivista enjuiciar, y, por tanto, errónea, falaz e insidiosa.
KHAAM-EL
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