martes, 8 de noviembre de 2022

FELIZ RECUERDO DE NUESTRO HOGAR ETERNO


    
Recibimos torrentes irrefrenables de bienaventuranza en cuanto olvidamos lo personal y recordamos lo universal, en cuanto reconocemos lo trascendente ya inmanente en toda forma viviente. La sequedad del alma entonces, de súbito, por la gracia, es regada hasta fertilizarla y convertirla en un vergel: el Espíritu es vida, inagotable vida; jamás la carne quien la otorga o retira.
    La Tierra Prometida se encuentra en lo más hondo del Corazón. El Paraíso perdido es recuperado gracias al aquietamiento interior y la firme disposición fraterna. El Reino de los Cielos empieza en la Tierra, pero no se circunscribe ni acaba en ella. Sí o sí, la Plenitud de Ser se vivencia siempre que amamos de veras, sin medias tintas ni cálculo alguno. Darse es habitar en DIOS VIVO. Porque renunciando a las egoicas exigencias de la carne, aceptamos los dones del Espíritu que colman en Su santidad hasta rebosar, extendiéndose en derredor de uno hacia los unos, en inefable comunión de vida, en indestructible unicidad de pureza y bendición, en incontenible gratitud por compartir la sagrada senda con nuestro prójimo hacia el común hogar -cálido, fecundo e inexpugnable- felizmente recordado.

KHAAM-EL


No hay comentarios:

Publicar un comentario