Pretender que sin cambio interior puede haberlo exterior es apoyarse en falacias pregonadas por hechiceros de la palabra y fingidores consumados, que ensombrecen lo veraz para, alumbrándose ellos con sus mentiras, obtener particular ganancia a costa del irreflexivo e ingenuo entorno general.
Nadie puede hacer por uno su trabajo interior. Encumbrar líderes que satisfagan propios intereses, crea bandos y mafias que exigen un alto precio por su malvado arrope a quien a ellos se adhieren: la pérdida de la libertad al doblegar la capacidad de discernimiento. Y para quienes no se someten a su hipócrita discurso: la censora condenación y el ostracismo.
La verdad es verdad. El amor es amor. No necesitan de 'hombres superiores' ni de 'homo iluminati' o denominaciones clasistas, cientificistas, esotéricas o politizadas, u otras por el estilo, para que nos digan con mal disimulado engreimiento qué hay que hacer y cómo vivir.
El amor y la verdad por ser verdad y amor nunca son excluyentes ni aduladores. Por eso, cuanto antes se comprenda que idealizar es distorsionar, y por tanto pernicioso, antes vislumbraremos cómo la dicha, la paz y el amor comienzan en el corazón y nunca a la inversa; porque lo distorsionado anubla la realidad, embota el entendimiento, atolondra el juicio y fanatiza el ánimo, alfombrando el camino al error y el horror, incrementando el miedo y la fragilidad, fomentando la desunión y el resentimiento, desesperando en la angustia y el sinsentido.
KHAAM-EL
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