sábado, 17 de diciembre de 2022

DESPERTAR A LA VIDA DE LA VIDA

    Quise ser feliz con las cosas del mundo y desconsoladas lágrimas cayeron por mis mejillas.
    Frustrado del apego a lo mundano y del suponer saber lo que desconocía, me desprendí de ello una noche sin mañana ni ayer, todo quebrado, triste y hundido; y entre tanto dolor y yerro, sin previo aviso, la dicha...
    Una Luz infinitamente amorosa llenó de paz mi ser.
    Rebosante de esperanza me decidí en favor de DIOS con gran empeño y ardor.
    Fui tras ÉL en religiones, filosofías, ritos, jaculatorias, talleres y seminarios, mas algo de aquella plenitud atisbada se escapaba; me esquivaba cuanto más la anhelaba y pretendía.
    Buscaba a DIOS en lo externo y por eso, supe tras hondas reflexiones, no lo hallaba.
    Busqué entonces dentro y, lleno de expectativas, tampoco hallarlo pude.
    Entonces, cansado de mi anhelosa impaciencia, vacío de pretensiones, me olvidé en la búsqueda del 'mí', abandonando dirigirla y permitiendo que fuera la Divina Providencia quien me guiara.
    El fragor de los pensamientos -como por ensalmo- se detuvo, silenciada la mente, abierto el corazón, una esplendente quietud irradió de lo hondo envolviendo contornos y espacio, acogiendo la existencia toda... Y desperté a la Vida de la vida; lo que hay, hay, lo que es, es, y punto. Nada de inútiles lamentos, resentimientos o temores. Nada de vanas euforias, ensalzamientos o ilusiones. Siendo todo presencia presente para mí y el prójimo, tal que uno. Y de repente, maravillado, sobrecogido, inmensamente jubiloso, me supe en DIOS y supe a DIOS en mí, en ti, en todos, en todo.
    No nací, no moriré. No naciste, no morirás. Nadie nació, no murieron. Nadie nacerá, no morirá. Sencillamente, no somos el cuerpo ni el tiempo nos desgasta, hiere o defenestra; somos espíritu, eternos y bienaventurados. El mundo junto a sus sufrimientos, un vanidoso espejismo para el perdón, ni más ni menos.
    Del Infinito Amor de DIOS venimos y a ÉL regresamos, porque nunca de ÉL realmente nos fuimos.

KHAAM-EL


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